Mateo Arnáiz: «A algunos alumnos de guitarra les hago la manicura en clase»

SADA

CESAR QUIAN

15 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Es de gesto amable. Luce una media sonrisa dibujada en la cara. También me llaman la atención sus cuidadas manos de dedos infinitos. En la derecha las uñas largas, en la izquierda, recortadas. «Me las limo todos los días. No te digo que es lo primero que hago al levantarme, pero casi. Te puedes imaginar lo que pensaban y comentaban en el colegio cuando lo hacía. Es importante para un guitarrista. La yema (me la muestra) da la calidad y la uña la potencia. A algunos alumnos les hago la manicura en clase. Hay que enseñarles a que le den la forma precisa», explica Mateo Arnáiz Rodríguez, profesor de guitarra en el Conservatorio Profesional de Música desde que tenía 25 años. «Hice el doctorado en Ciencias de la Educación y lo puedo enseñar», comenta en referencia al caso Cifuentes.

Recuerdos de París

Hablamos de su padre, Doroteo, un pintor y grabador que conocí cuando Mateo era un chaval. «Sigue pintando y dentro de poco se va a Valencia a un congreso sobre mayo del 68 porque él estaba en París. Recuerdo la frase que siempre decía cuando decidieron apuntarme en el Conservatorio: ‘Que haga música, le ayudará para las matemáticas’», rememora. Tiene 36 años, está casado con una profesora de las Franciscanas, y son padres de una niña de 3 años de nombre Anaís. «Como el perfume. Nos gustó y es muy francés. Sigo yendo mucho a Francia porque estudié en París siete años y conservo amistades», apunta. Cada poco rato da la vuelta al móvil para ver la hora. «Es que tengo que estar a las 17.20 en la Zapateira para recogerla», aclara.

Disco ecológico

Sobre la mesa los móviles, dos cafés y un cedé-deuvedé en cuya portada leo El sonido de las emociones y The Stone’s Secrets. También aparece el nombre de Mateo y el de Dani López. «Es el autor del documental. Explica cómo se hizo el disco, que grabamos en el monasterio de Monfero con tan solo dos micrófonos. Nada de estudio de grabación. Nos empapamos de la naturaleza y con el sonido que había allí. Es un disco ecológico y todas las composiciones son mías», destaca sobre este doble trabajo que presentan el viernes en Lugo, el 28 de abril en Sada y el 4 de mayo en la iglesia del colegio de los Dominicos, donde estudió el autor. «Nací en Madrid, pero a los 5 o 6 años ya estábamos aquí», recuerda Mateo. También se acuerda de la primera vez que fue consciente de que su vida iba a estar unida a una guitarra. «Tenía 16 años. Estaba haciendo el tonto por las rocas próximas a la torre de Hércules y me cayó una piedra sobre la mano. Después de quince días sin tocar sentí la necesidad de hacerlo».

Control de la ansiedad

Practica yoga y surf. «Me encanta el contacto con la naturaleza. Voy a Barrañán o Razo porque me atrae la sensación de estar solo», apunta. Le gusta Monte Alto y la Ciudad Vieja, hace poco compró un cedé del guitarrista Ricardo Gallén, y le apasiona el cuscús y los quesos. Reconoce que «es muy difícil enfadarme». Está desarrollando una metodología de ayuda a controlar la ansiedad a la hora de actuar. «Espero que se convierta en un libro. La ansiedad escénica puede ser positiva», analiza abrazado a la guitarra. «Necesito tocar al menos tres horas diarias, y me gusta escuchar todo tipo de música. Lo que menos el reggaeton», sentencia, siempre sonriente.