Falleció Álvaro García Siso, empleado de la fábrica de gas al que emocionaban los boleros

R. G. A CORUÑA

SADA

Una de sus frases habituales era: «É máis difícil levarse mal que levarse ben»

05 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Era conocido como Xan pequeno. Uno de sus dos hijos, Toño, lo describía como un hombre «con xenio, pero moi tranquilo e boa persoa». Así se lo contaba en este diario a la periodista Dolores Vázquez en el mes de mayo del año pasado. Hablaba de Álvaro García Siso que era enterrado ayer en el cementerio parroquial de San Martiño de Meirás, en Sada. De Meirás era su mujer, Antonia Suárez Fernández, fallecida hace casi tres años y medio. También en el municipio de Sada, aunque en Dexo, había nacido Álvaro el 26 de junio de 1911. Después de casarse, el matrimonio se trasladó a vivir en A Coruña donde trabajaron como porteros urbanos en un edificio de la zona de Riazor. Allí nacieron sus dos hijos, el citado Toño y Suso, y Álvaro entró a trabajar primero en la fábrica de gas y más tarde en lo que era entonces Unión Fenosa. En esta empresa se jubiló a los 64 años y «ata os cen anos estaba ben, pero os últimos anos foi caendo», relataba su hijo el año pasado. Eran momentos en los que el ahora fallecido ya medía mucho sus palabras, como si estuviera afectadas por el paso de los años. Por ello, sus conversaciones eran cortas. «Eu fálolle e de cando en cando sorrí», relataba su hijo. De todos modos, había un sistema para que se volviera más hablador: «Cando reacciona é cos nenos, cos bisnetos; sempre foi o amo de todos os nenos dos anos sesenta e setenta en Riazor». Era parco en las conversaciones pero su oído funcionaba bien.

Jugar al dominó, a las cartas o participar en los viajes del Imserso eran algunas de las actividades a las que se dedicaba Álvaro y su mujer. Ambos se trasladaron en el año 2009 a un piso tutelado en La Milagrosa pasando luego a la residencia de estas dependencias.

Sobre sus enfermedades, recordaba su hijo como al cumplir los cien años dejaron de pedirle que hiciera esfuerzos para caminar puesto que esto le suponía un gran trabajo y un fuerte dolor en los huesos. En los últimos años solo seguía las indicaciones del personal de dicho centro. Tras la muerte de su mujer no hablaba de ella y era un hecho que había quedado como oculto. De todos modos, el año pasado durante una fiesta quienes lo atendían «dixeron que se emocionara cos boleros Bésame mucho y Piensa en mí», contaba su hijo.

El próximo jueves, a las 19.00 horas en la iglesia de San Pío X (Esclavas de Riazor), habrá un funeral por Álvaro García Siso.