Bao Viene, versiones gallegas y viajeras del pan asiático con más seguidores

Algo tienen de especial los baos que atrapan a quien los prueba. Bao Viene lleva desde marzo reclutando a los pies de María Pita a un auténtico ejército de devotos de este pan asiático elaborado al vapor, neutro de sabor y sin corteza, a base de combinaciones atrevidas, llenas de contrastes y de lo más resultonas. «El pan es un compañero de viaje estupendo, pero el mérito es del relleno», asegura Juan Trashorras, propietario del establecimiento. La responsable de que cada bocado entre con suavidad para empapar de sabor el paladar de quien los disfruta es la jefa de cocina Andrea Villanueva, que un día cualquiera del fin de semana -en verano incluso a diario- es capaz de cocinar al momento y servir hasta 150 de estos platos. «La gente que ya los conoce se queda muy satisfecha, pero es un gusto ver que quien no sabe nada del pan bao, prueba uno de los nuestros y se convierte en un auténtico baolover», comenta.

Su carta es sencilla, con nueve propuestas adaptadas a todo tipo de público, desde los que prefieren no arriesgar hasta los que optan por la aventura gastronómica. Para los primeros, dos opciones viajeras: el Tennessee pulled pork, con una deliciosa salsa barbacoa, y el pollo estilo cajún, en el que el jugo especiado típico del sur de Estados Unidos hila a la perfección el resto de ingredientes. Como propuestas intermedias, pero no menos atractivas pueden situarse el de pulpo á feira, el de chicharrones con queso de Arzúa y salsa de pimientos de Padrón y el de salmón, que resulta más fresco con la mezcla de aguacate y rúcula. «Son combinaciones que te tienen que llamar. El de pulpo es un homenaje a ese plato estrella tan nuestro, una forma diferente de tomarlo, pero no busca sustituir ni competir con él», explica Juan. Los más atrevidos disfrutarán con el bao de panceta caramelizada en miso, que resulta de lo más suave y contrasta a la perfección con el crujiente del papel de arroz y la mayonesa de sésamo que lo acompaña. El de calamares rebozados en panko -«no es el típico bocata de calamares», advierte el dueño- se sirve en un pan negro elaborado con la tinta del cefalópodo y se completa con el toque fresco del pepino y la cebolla encurtida. Cuentan también con dos hamburguesas, una de ternera gallega y otra apta para veganos elaborada con kale y quinoa. «Cuando vienen grupos grandes suelen pedirlos todos y probar. Pero incluso vino una pareja que se probó todos, hasta los dulces», comenta entre risas. Porque este pan también puede hacer las delicias de los más golosos, con rellenos de Nutella y frutos rojos, dulce de leche y cacahuetes caramelizados, queso con membrillo y una versión muy particular del brownie. Como complementos, una deliciosas gyozas, de langostinos o vegetales y una ensalada de wakame que no deja indiferente.

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