Attica 21: Cocina atlántica y de temporada con capacidad de adaptación

Ponerse al frente del restaurante de un hotel supone un reto particular, el de enfrentarse a dos tipos de clientes. Por un lado, los del propio establecimiento, a los que la calidad de la oferta gastronómica les supondrá un factor más a la hora de valorar la experiencia global de su estancia, y por otro, el público general, que poco a poco se va dejando atrás las reticencias a visitar estos espacios. La cocina que Diego Bello lleva haciendo desde hace siete años en el restaurante del hotel Attica 21 es un ejemplo del buen hacer en este sentido. Con el respeto al producto de temporada y los sabores atlánticos por bandera, el chef presenta una propuesta de lo más atractiva «para que la gente que viene sepa que está en Galicia». 

Están poniendo en marcha la carta de verano, en la que no faltarán productos propios de la estación como el bonito, la sardina o el tomate. Pero no cualquier tipo de tomate, recurren a esos que huelen, saben y consiguen transportarte a la huerta. Con variedades como el negro de Santiago o abuela de Osedo elaboran una ensalada caprese que terminan con mozarela de búfala y vinagreta de trufa y una sopa fría de sandía y tomate con aromáticas y sardina ahumada que resultan de lo más frescas y agradables al paladar.

No puede faltar el pescado, y aunque la intención es contar siempre con merluza y bonito, será el mercado el que mande. «Si ese día no hay y, por el contrario, entraron salmonetes, pues los pondremos. O puede que hagamos pruebas para otro plato con la raya, o lenguado, si algún cliente quiere. Tenemos capacidad de adaptación», expone el cocinero. El bonito estará en dos versiones, como primero a modo de gilda marinada con ajoblanco y un principal que lo llevará asado acompañado de un sofrito de tomate, jengibre, crema de patata y pimientos de Padrón. Quienes opten por las carnes, tienen en la presa y la carrilleras dos opciones con las que disfrutar. 

La carta cuenta con otras propuestas igual de resultonas y cómodas para compartir como el pulpo, las volandeiras o la empanada que elaboran allí mismo y que, dependiendo del día, puede ser de pulpo, zamburiñas, raxo o bonito. Todas ellas, magníficas opciones.

En el Attica 21 les gusta cuidar a sus clientes y en ellos, sobre todo en los que llegan tarde y quieren comer algo rápido antes de irse a descansar tras un largo viaje o un día intenso de turismo, pensó Diego Bello a la hora de elaborar una hamburguesa que recuerda a un steak tartar. Se sirve en pan brioche, con la carne bien adobada y una salsa con una emulsión de mayonesa y chile chipotle que le da un toque ahumado a la carne que le va como anillo al dedo. Se completa con lechuga, tomate y un huevo estrellado muy jugoso que hace la función de esa yema que une y amalgama el plato de carne cruda por excelencia.

Los postres están al mismo nivel. Los amantes del queso, pero del queso de verdad, tienen la opción de degustar una tarta con el sabor intenso del Idiázabal, el azul, el ahumado y requesón, que sorprende. Tienen también un tiramisú elaborado con mascarpone gallego, una torrija son sopa aromatizada de chocolate y unas fresas con vainilla que dificultan la elección de un único postre. Disponen de un menú del día a 19,50 en el que el cliente puede elegir un primero, segundo y postre de la propia carta, aunque el tamaño de la ración es, obviamente, algo menor.

Como punto fuerte, su capacidad de adaptación al cliente y la polivalencia de la infraestructura hotelera, que les permite acoger celebraciones y eventos en diferentes espacios, como el que tienen en la parte de arriba y que ofrece unas preciosas vistas de la ciudad.

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