Petición de mano en el faro de Mera

EL PULSO DE LA CIUDAD

cedida

Diego, que había comprado el anillo justo antes del confinamiento, se arrodilló justo en la puesta de sol le pidió matrimonio a Tessa, su novia holandesa. La pareja tiene pensado casarse el año que viene en Barcelona

12 jul 2020 . Actualizado a las 11:46 h.

Hace cuatro meses compró el anillo. Solo faltaba encontrar el día y el lugar para entregárselo a su novia y pedirle que se casase con él. Pero la pandemia confinó el anillo hasta mejor ocasión. Diego Ramonde Martínez tiene 33 años, es publicista y vive en Barcelona. Su pareja y futura esposa, Tessa Prinz, es holandesa y acaba de cumplir los 26. Se conocieron en Valencia, donde él cursaba un máster y ella perfeccionaba el español. Vivieron en Ámsterdam cuatro años hasta que se instalaron en la Ciudad Condal. Pero Diego no eligió el Turia, ni el puerto deportivo de Barcelona, ni un barco por los canales de la capital de los Países Bajos para pedirle matrimonio. Con la complicidad de su madre, Natalia, aprovecharon que pasan unos días en la casa familiar de Mera para preparar lo que llevaba meses deseando hacer. Sus padres reservaron para cenar en A casa do Arxentino, que está teniendo muy buenas críticas desde que inicio hace unas semanas una nueva etapa con una gerencia distinta. Diego le comentó a Tessa que sería bonito acercarse hasta el faro de Mera. «Sabía que la puesta de sol era a las diez y cuarto y él quería que fuese en ese momento», apunta la madre. Una vez allí, mientras el sol se despedía, el novio sacó el anillo del confinamiento y le dijo a su novia holandesa sí quería casarse con él. Tessa se puso a llorar. De sus ojos salió una lluvia de felices estrellas. Faltaba inmortalizar el momento y vieron a una mujer en la zona. Hizo una foto preciosa. Diego hincó la rodilla en la ladera para que la escena fuese perfecta. Cayó la noche y la pareja regresó de la mano caminando hacia Mera. El sol ya no brillaba, pero sí el anillo de ella. Dicen que se casarán el año que viene en Barcelona porque es más cómodo para los muchos amigos que tienen por medio mundo. Seguro que volverán al faro para recordar aquella puesta de sol de julio del 2020.