«Los drogadictos nos roban y se pinchan hasta en las terrazas de los bares y en nuestros portales»

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

OZA-CESURAS

MARCOS MÍGUEZ

La presencia de tres casas okupadas en las que se vende droga tiene «atemorizados» a los vecinos de O Castrillón y Os Castros

25 abr 2022 . Actualizado a las 19:43 h.

Desde hace seis meses, en O Castrillón como en Os Castros, las personas mayores se protegen en sus casas cuando se va el sol porque tienen miedo a que les atraquen. Por las noches, muchas mujeres piden a algún amigo que las acompañe a sus domicilios por si algún delincuente se cruza con ellas y pueda hacerles cualquier cosa. Otros, cuando entran en su portal, sienten pánico porque es frecuente encontrarse a un toxicómano pinchándose. Y el que no se pincha ahí, lo hace con total descaro en la terraza de cualquier bar. O en sus baños. Porque en estos dos barrios, el drogadicto no pide un café en un local de hostelería, pide papel de plata. Y a nadie se le ocurre dejar un objeto de valor en el coche, porque fueron muchos los vehículos que desvalijaron.

Esto, que puede sonar a tambores de guerra, está pasando. Se hable con quien se hable, el miedo se palpa. Cuentan que vuelven los ochenta, cuando la heroína causó destrozos y se llevó a parte de una generación. Los vecinos culpan de la proliferación de toxicómanos a la presencia de tres casas okupadas en las que, supuestamente, se vende droga. Una de ellas se encuentra en un camino de cabras ubicado entre las calles José María Hernansáez y Fariña Ferreño. La usurparon hace un año. Son tres viviendas de planta baja antiquísimas. Una, sin techo y con la puerta abierta, «por donde entran los consumidores y se les sirve por una ventanuca abierta en la vivienda contigua», cuenta un vecino.

La otra está en el interior de un patio rodeado de edificios que dan a las calles José María Hernansáez, Vila de Ordes, Oza de los Ríos y O Castrillón. Y la tercera, en el número 5 de la travesía de A Cerca.

«Ahí es dónde está el problema», apunta otro residente de la zona, que, como el resto, no quiere dar su nombre. Relatan que el trasiego de toxicómanos es constante, que «roban en el barrio, compran la dosis y se pinchan en el parque, en la calle, en las escaleras de los edificios...».

Paulo Sexto, el presidente de la asociación de vecinos A Gaiteira-Os Castros, se reunió con responsables de la subdelegación del Gobierno para trasladarle este «grave problema de inseguridad». Y encontró «colaboración». Hablaron también de la importancia de la policía de barrio y llevar a las escuelas la prevención contra las drogas.

La policía visita el barrio como nunca lo hizo hasta ahora y «eso hay que destacarlo y agradecerlo». Pero ni así. «Vemos pasar las patrullas a todas horas, pero es complicado. Los tienen que coger con las manos en la masa», dice el propietario de un bar. Ese despliegue de efectivos «ha de centrarse en esas casas okupadas. Sin ellas, se acabaría el problema», dicen. Desde la subdelegación del Gobierno se asegura que conocen el asunto y se «incrementó notablemente la presencia policial».