Empieza la clase más guau

OZA-CESURAS

CESAR DELGADO

LOS PERROS VUELVEN AL COLE Y este año se quedan todo el curso. La patrulla canina arranca motores en las aulas de infantil. Nos da en la nariz que este es el principio de una gran amistad.

23 sep 2017 . Actualizado a las 05:10 h.

Entraron enseñando la patita, con tan buena pata que se quedarán todo el curso. «¡Guau, guau!», saludan los niños de infantil a Fusco y Gym, miembros de una patrulla canina real que irá a clase una vez a la semana en varios coles gallegos, entre ellos el CEIP Oza dos Ríos y el San Marcos, de Abegondo. Niños, profes, perros y educadores caninos son buenos compañeros de clase. Aprenden en equipo. Los niños peinan en esta sesión en el San Marcos a Fusco y a Gym, can de palleiro y labradora a los que vemos en acción (haciendo gala de una paciencia de nota) en la operación Vuelta al Cole. Con ellos parece más fácil. Celia toca a Gym, Alicia mira en segundo plano cómo le ponen el termómetro, Roc la limpia con toallitas húmedas, Jan recorta distancias y se tumba al lado de la perra para vivir este momento de relax escolar.

Ojos que lo ven... corazón que lo siente. Qué ambiente zen, qué guau, quién diría que hay más de veinte mandilones amarillos y naranjas en el aula de 3 años. «A veces pasan ángeles... ¡te lo puedes creer!, y no me refiero a nada religioso. Si ves cómo se miran un niño y un perro y cómo se están comunicando, lo sientes, el aula se para», dice el educador canino Octavio Villazala, de Montegatto, que organiza los talleres perrunos que adquieren rango de asignatura semanal. «Es una actividad escolar que se implementa con regularidad en varios centros», apunta.

Es un plan para todo el curso, refuerza el director del CEIP de Abegondo, Miguel Blanco, sobre esta iniciativa que se quiere ampliar a centros públicos de toda Galicia y se ha llevado a cabo en algunos coles privados e institutos.

Los profes de cuatro patas con los que los niños hacen amistad, de la mano de sus propios profes, un educador canino y un terapeuta -«siempre hay una barrera; niño y perro no se quedan solos nunca, la integridad del niño está por encima de todo», subraya Villazala- tienen madera de puente. «El perro es un puente entre el profesor, el terapeuta y el niño. Los perros son lúdicos y terapéuticos, nos conectan con el aquí y el ahora, con nosotros y con los demás. El perro no habla, o no lo hace con palabras, pero sí se expresa de una manera gestual, un lenguaje que comparten con los niños». Un niño ve en los ojos de un perro mucho más. Solo hay que espiarles cuando se acercan, ver cómo les miran y les hablan. ¿Están en una onda más canina que nosotros, los adultos? «Los niños tratan a los perros de tú a tú. Y esta es la magia».

NOTA EN PSICOMOTRICIDAD

Un perro es la mascota por excelencia (¿estoy oyendo un miau?), «sale en los cuentos, en los dibujos, a un niño casi siempre le resulta familiar y le trae momentos agradables», dice el experto. Ahí están los 101 dálmatas, Scooby, Goofy, Pluto, Milú, Snoopy, D’Artacán, Chase, Marshall, Skye... ¡el golden retriever de Scottex! Algunos interpretan un «papelón» en nuestras vidas, ¿no?

El miedo no paraliza. «Si hay miedos o una diversidad funcional, también nos acercamos al niño con el perro, que tiene beneficios a nivel psicomotriz y emocional. Educamos a estos niños para que el día de mañana sepan tratar a los animales y para que guíen ellos mismos en casa: ‘Papá, no tengas el perro atado’, ‘Papá, vamos a cepillarle el pelo’, ‘Hay que sacarlo a pasear’».

«¿Sabéis qué es esto?», pregunta en clase Dani, el terapeuta ocupacional. Una lima para las uñas de Fusco y Gym. Los perros se hacen querer mientras sus educadores van enseñando en vivo a los niños cuándo notamos que el perro está malito, cómo debemos ponerle el termómetro, cuándo llevarle al veterinario o cómo participar de sus juegos. «Y todos participan». ¿Qué es lo mejor de esta amistad natural? «El amor incondicional que dan los dos, que comparten niños y perros. Puro, sin condiciones», dice Villazala.

Todo en orden en el aula sin órdenes, nadie ladra, la ternura es el mejor imperativo. ¿Que levante la pata quien quiera aprender a jugar? Nos va el curso en ello.

¡Guau, guau!