A medida que avanzaba la jornada, las calles de Santa Cruz se llenaron de transeúntes que buscaban el recuerdo perfecto para sus hogares. «Me quería llevar todo el tenderete, pero al final me quedé solo con esta bandeja», explicaba una turista colombiana. A su vez, el trinar de los pájaros simulado por los silbatos de barro se adueñó del ambiente, alegrando un día que se presentó encapotado, un hecho que el alcalde de Oleiros, Ángel García Seoane, agradeció, ya que la gente escogería la feria en lugar de la playa. «Eu non son crente pero os de alá arriba deben crer en min», confesó entre risas.
Estos cinco días, Alfaroleiros ofrecerá actividades de ocio y música en directo, que completarán esta exposición de artículos hechos «por amor al arte».