El mural de un perro en procesión siembra la polémica en Oleiros

Toni Silva OLEIROS / LA VOZ

OLEIROS

Marcos Míguez

Varios vecinos y el PP local piden que se borre mientras que el artista, autor de las famosas superabuelas, dice que el can «se queda»

12 may 2023 . Actualizado a las 19:26 h.

Joseba Muruzábal (Yoseba M. P.) es uno de los muralistas más famosos de Galicia y España desde que repartió superabuelas gigantes por fachadas de edificios de varios municipios. A él le pidieron que realizara un homenaje a la procesión de Oleiros en una casa de la rúa Miraflores, concluida a principios de mes. La pintura está basada en una antigua fotografía cuyo último personaje aparecía cortado. Entonces Joseba optó por poner la cabeza de un perro cerrando la procesión. Pero su libertad artística no ha sido bien interpretada por algunos vecinos, críticas que ha asumido como propias el Partido Popular de Oleiros que, no contento con mostrar su disconformidad, exige la retirada de la imagen del animal. «No somos capaces de interpretar el significado del perro procesionando en Oleiros —reconocen desde la formación política—, pero no transmite nada bueno de la parroquia, ni de la procesión ni del nivel artístico del municipio». Los populares añaden que la presencia canina «ha suscitado un enorme cabreo entre los vecinos, que lo consideran ofensivo y solicitan la retirada».

El artista mostró su sorpresa por la reacción, lamentó la crítica a la libertad de expresión y explicó a este periódico, a través de un comunicado , el porqué de la presencia de un perro en la procesión: «Resulta que a algún vecino de Oleiros no le gusta la figura con cabeza de perro que sale al fondo de la escena del mural titulado Nenas de Folliñas. 84. Una foto de las Fiestas de Santa María de Oleiros: una procesión de niñas vestidas con traje tradicional gallego, muchas caras desenfocadas, luz de álbum de los 80 y el cura cerrando la marcha. La última figura de la foto salía cortada y yo tenía que completar dos metros más de pared por ese lado del mural. Completé la figura sin más intención que darle un toque de humor al mural, le puse cabeza de perro a la última figura, un juego, un chiste, un busca al perro escondido, nada más que eso. Apenas se aprecia, está pintado muy desenfocado, más aún que el resto del mural para que cumpliese bien su función de sorpresa. 

«Cumple su cometido. Terminando el mural una niña de 7 siete años dice "Mamá el perro! mamá el perro!". ''¿Qué perro?'', dice la madre mirando hacia mí. Yo no digo nada. La madre tarda un rato en verlo. Ese momento para mí fue muy guay, a la niña le gustó encontrar al perro y yo solo quería conseguir eso».

«La técnica del Concello que gestiona el mural, me llamó comentándome que había voces discordantes con el tema perro.

—¿Qué podemos hacer, Yoseba?

—Dejar al perro, contesté.

No es la primera vez que me piden borrar cosas o cambiarlas. Dos veces accedí, una porque yo me había equivocado al pintar una foto de los años cincuenta sin permiso de los familiares. Me dejé llevar por lo mucho que me gustaba la foto».

«La otra, por presión de un alcalde. Borré la figura de Castelao. La borré a petición del alcalde de Malpica porque a un vecino que hacía donaciones de mucho dinero al Ayuntamiento no le gustaba. Ya había recibido las felicitaciones del equipo de gobierno, ya se habían llevado la grúa y después de comer quedé con el alcalde para hacernos una foto juntos delante del mural. La caricatura llevaba una semana pintada y nadie había protestado. En vez de sacar una foto y marchar me dice que hay que borrar la caricatura de Castelao del mascarón de proa del barco».

«Una vergüenza, para mí y para todos. Yo aflojé, me presionaron mucho y aflojé. Se llegó a hacer una reunión que resultó ser una pantomima, el señor cacique ya veía el mural sin Castelao. Ese mural nunca lo publiqué en mis redes, me gusta mucho, pero me avergüenza mucho más».

Una piña en un mural de Ribadeo también despertó quejas
Una piña en un mural de Ribadeo también despertó quejas Atr

«En Ribadeo un comentario de Facebook alarmó al Concello porque se pedía que borrase una piña que pinté en una báscula romana junto con otras frutas más peninsulares. ''En Ove no hay piñas'', afirmaban en algún comentario. Evidentemente, tampoco hay señoras de 88 años haciendo equilibrios en una escalera o árboles tutifruti. Por dos opiniones en Facebook se me hace llegar la información, les digo lo mismo que voy a escribir ahora:

''Primero me tiene que gustar a mí y después, a cuanta más gente guste mejor. Pero el que se tiene que quedar contento soy yo, y tú me contrataste porque te gusta lo que hago, por lo tanto confías en mi criterio''. Esto se lo digo a Fernando, el alcalde de Ribadeo. Y él me dice ''Por supuesto, tienes razón".

Con esto no digo que no pueda patinar, claro que sí, pero no con algo tan naíf como pintar una piña, la cabeza de este perro o la caricatura Castelao. A pesar de las mierdas que estamos viviendo, no somos una generación de pintores que moleste demasiado, o por lo menos, a mí no me lo parece».

«La mayoría somos dóciles, pero tampoco podemos convertir lo que hacemos en algo tan pulido que no deje lugar a la mínima crítica, acabaríamos haciendo un arte demasiado plano, demasiado vacío de nosotros mismos. No podemos consentir que la opinión de cualquier vecino pueda variar el resultado de nuestro trabajo. No hagamos este mundo más ridículo. El perro se queda, yo pinto para mí y para los que miran como la niña».