Lo que más destaca en el parque es la colección de trepadoras. «Cobra importancia la hortensia trepadora sobre las buganvillas o el conjunto de variedades de colores y especies de jazmines o hiedras de hoja pequeña y grande», señala. Y la lista sigue: el corredor de boj desfigurado por el paso del tiempo, dos ejemplares de arces de sombra, los helechos arborescentes, la colección de camelias, los manzanos envejecidos y los magnolios, azaleas, rododendros... En el caso de los arces, explica Puñal, en otras localizaciones o parques no están recomendados, pero en esta ocasión generan el tejado de la ruina y modelan el terreno con sus raíces, provocando la sombra y la luz adecuadas.
En cuanto a la arquitectura, hay cinco elementos protagonistas: la casa ruina sin tejado, el muro que rodea la finca, el estanque de nenúfares y papiros, el banco de piedra y la fuente en copa.
La luz, y también que haga sol, son factores determinantes para elegir el día y hora perfectos para visitar el parque. El mejor momento, según Puñal, sería a partir de la una o dos de la tarde. «El sol está arriba, la luz es más clara y las sombras más negras. Y a última hora, el color es más bonito», señala. Y si tiene que elegir estación del año, se queda con la primavera o el otoño.
Además de parque para pasear, también es un punto típico para hacer fotografías en eventos como bodas y comuniones, según explica David Puñal. Uno de los lugares elegidos por los más románticos es el encuadre de la glicinia de flor blanca sobre la pérgola.
Más de 4.500 metros cuadrados de un jardín del siglo XIX en los que «se percibe esa sensación romántica de tranquilidad y de historia», concluye el técnico de jardines.
S. P.
Carlos Badía decidió empezar de cero. Después de 13 años dedicados al mundo de la poda y la tala en altura trabajando para otras empresas en la sierra de Madrid, volvió a Galicia, donde nació, y abrió su propio negocio, Podas y Talas Badía, que lo perfilan como uno de los pocos profesionales del sector que hay en la comunidad.
—¿Cómo descubre este trabajo, el de la poda en altura?
—Siempre he trabajado en el campo, en los montes. Era leñador, trabajaba para hacer leña y madera para madereras. Me gustaba la jardinería, las plantas, los árboles el huerto... Y descubrí este trabajo, la poda en altura, que combinaba lo que a mí me gustaba. Motosierras, alturas y árboles. Decido también volver a Galicia, después de 13 años en Guadalajara, cambiar un poco de vida y empezar de cero. Estaba cansado de trabajar para otras empresas, y como esto se me daba bien y me gustaba, empecé a tirar yo solo. Dije: «Echamos la moneda a ver que sale». Y así fue.
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