Sandra Caínzos: «Estudié Ilustración pero murió mi padre y me convertí en zapatera»

Loreto Silvoso
loreto silvoso A CORUÑA / LA VOZ

OLEIROS

CESAR QUIAN

En su tienda de A Cubela repara el calzado y duplica llaves y mandos, es la zapatera más joven de la ciudad

21 mar 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Veintitrés añitos tenía Sandra Caínzos (Santa Cruz, Oleiros, 1992) cuando abrió su zapatería en A Cubela coruñesa. La prematura muerte de su padre fue un revulsivo para ella. Le costó mucho salir adelante, pero ya ha dado con la horma de la felicidad.

-Su padre montaba tiendas de reparación de calzado por toda España y, justo cuando lo hace su hija, él ya no está para ayudarla.

-Así es. Me costó mucho llegar aquí y seguir con el negocio. He tenido que enfrentarme a todo sin saber nada. Él era el único que vendía y arreglaba las máquinas. Al principio no tenía ni idea, ahora me encanta ser zapatera.

-¿Por qué se metió en el oficio?

-Hace ocho años, yo estaba estudiando un FP de Ilustración cuando falleció mi padre y me decidí a hacer el curso de zapatero y montarme por mi cuenta.

-Zapatera a sus zapatos...

-Sí. Y no fue nada fácil. La muerte de mi padre nos afectó mucho a toda la familia.

-Veo que es su ejemplo a seguir.

-Totalmente. Fue una persona importante para muchas personas, siempre generoso y con una sonrisa. A pesar de haber estado once años con una enfermedad, siempre estuvo trabajando y ayudando a la gente a montar su propio negocio [Se emociona].

-Tuvo que ser duro.

-Sobre todo para mi madre, que es un ejemplo de mujer trabajadora. Ha sacado adelante a sus hijas y sigue en el negocio. Siempre aquí, ayudándome en todo.

-¿Se ha sentido arropada?

-Sí, los zapateros de A Coruña que eran clientes de mi padre y los de muchas tiendas por toda España se brindaron a ayudarme.

-¿Hubo algo que la frenase?

-Alguien me dijo que si estaba loca. Yo me tiro a la piscina e intento darlo todo siempre. Las mujeres valemos mucho. Solo nos falta empoderarnos y confiar más en nosotras.

-Dale a una mujer los zapatos adecuados...

-...Y conquistará el mundo. Me gusta mucho esa frase.

-¿Cómo le va la vida?

-¡Me encanta ser zapatera! Y creo que se me da bien.

-¿Con la pandemia hemos pasado de los tacones a los tenis?

-Sin duda, pero creo que los tacones volverán. Con la pandemia bajó mucho la facturación, pero yo estoy contenta porque sigo teniendo trabajo. Los clientes habituales prefieren arreglar el calzado a comprar uno nuevo.

-No tocamos suelo aún.

-Me han traído zapatos hechos polvo, que te preguntas cómo la gente quiere arreglar esto. El otro día llegaron unos que estaban destrozados y el cliente decía «que si le poníamos un apaño para que no le entrase el agua».

-¿El cliente siempre tiene razón?

-Yo soy muy sincera. Hay zapatos que no vale la pena arreglar. Ahora, si lo quiere hacer, le van a quedar como nuevos, eh.

-¿Cómo son los zapatos ahora?

-De peor calidad. Aunque sean de buena fábrica de piel, la suela sale mala muchas veces.

-¿Mucha tarea a diario?

-Sí, pero no hay problema. Vengo sábados y domingos si hace falta. Ayer estuve hasta las diez de la noche, porque no me daba tiempo a sacar adelante todo.

-¿Qué es más molesto que una piedra en el zapato?

-Que no me dé tiempo a entregar el trabajo en el plazo establecido.

Con dos tacones: Dicen sus más cercanos que es emprendedora y echada para adelante. Ella aclara que intenta darlo todo siempre.

Proyecto pendiente: Un cliente con autismo se dio cuenta de que Sandra podía ser una excelente formadora en el oficio para los alumnos de Aspronaga. Lo propuso a la dirección y están en ello.

«Me han llamado de Aspronaga para enseñar el oficio a sus alumnos»

La zapatera coruñesa Sandra Caínzos tiene un proyecto entre manos que le hace mucha ilusión. «Me han llamado de Aspronaga para enseñar el oficio a sus alumnos», explica.

-¿Cómo surgió la colaboración?

-Un día vino por aquí uno de los alumnos, Román, al que le encantan los mandos de garaje. Me preguntó si tenía uno que no funcionase y, a raíz de eso, conocí a su padre. Empezamos a hablar del tema y luego me contactó el director del colegio Nuestra Señora de Lourdes para estudiar la posibilidad de darles cursos de formación.

-Y ya tiene experiencia.

-Sí, ya he impartido un curso de formación de zapatero porque el profesor se acababa de jubilar. Una experiencia muy buena.

-¿Cuánta maña hace falta en un negocio como el suyo?

-Mucha. A mí me traen todo tipo de cosas para arreglar: correas de relojes, collares de perro, carteras, bolsos...

-¿Qué es lo más raro que le han pedido que repare?

-Pues mire, me tienen traído maletas y lámparas, pero yo eso ya les digo que no lo arreglo.

-¿Qué tiene usted con el cuero?

-Que yo y mi madre hacemos cantidad de cositas de cuero. Elaboramos pendientes, pulseras, llaveros personalizados...

-Lo de tienda multiservicio es «multi» de verdad.

-Sí, también trabajamos con una empresa de grabados y hacemos placas de mascotas, de buzón , para cementerios... De todo tipo.

-¡No para! Seguro que es de poco plato y mucha suela de zapato.

-Soy más de suela de zapato, sí. Soy muy inquieta y estoy todo el día con los zapatos en la mano, corriendo de aquí para allí.

-¿Quién no le llega a la suela de sus zapatos?

-Mi yo de ayer. Me gusta aprender y superarme día a día.