«Nos cerráis, lo aceptamos; pero dadnos ayudas, no nos dejéis solos, cumplimos el protocolo sanitario»

ANA F. CUBA PONTEDEUME / LA VOZ

OLEIROS

Ángel Martínez Quintiá, Pibe, responsable de la discoteca Coliseo, de Pontedeume
Ángel Martínez Quintiá, Pibe, responsable de la discoteca Coliseo, de Pontedeume CEDIDA

El sector del ocio nocturno se siente «criminalizado» y se defiende de las críticas: «Damos de comer a muchas familias»

30 ago 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La discoteca Coliseo abrió el 3 de julio, después de tres meses y medio de cierre forzoso, y tuvo que volver a echar la llave el 15 de agosto. «Nos dejaron trabajar un mes y medio. Fue diferente, pensé que la gente iba a estar más animada, cubrías gastos y pagabas al personal», comenta Ángel Martínez Quintiá, Pibe, responsable de la sala eumesa, muy molesto con el trato «de la Administración y del periodismo» con el ocio nocturno. «Se está criminalizando un sector con 200.000 puestos de trabajo en España, de los que en Galicia seguramente hay unos 15.000 porque es una de las comunidades con más locales», reprocha.

«Nos culpan de todo y no es verdad, nos cerraron y los contagios siguen subiendo, ¿qué pasa entonces?», se pregunta. «Somos los más perjudicados cuando en Galicia no ha habido ni un solo positivo en un local, se habló del portero de un pub Oleiros infectado y resulta que todas las pruebas que se hicieron a los clientes dieron negativo, y donde había contagiados era en el gimnasio donde también trabajada», argumenta. Incide en que este sector «es el único con un protocolo sanitario y un registro de todas las personas a la entrada del local, con nombre, DNI y teléfono». «Fuimos los más controlados desde el momento en que abrimos, con inspecciones los dos primeros fines de semana, y después viernes sí, viernes no, sábado sí, sábado no... ¿Quién va a hacer algo mal si sabes que va a venir la Guardia Civil?», plantea.

Fiestas privadas y botellones

Pibe defiende su trabajo y el de sus compañeros, «aunque pueda haber alguno que no cumpla». En su caso, para la reapertura, en julio, contrató a cuatro porteros (más los dos habituales) para «controlar el uso de la mascarilla». «Pero yo no puedo controlar lo que hace la gente cuando sale de la discoteca a las seis de la mañana. De puertas para adentro cumplo las medidas, fuera tendrá que ser la Policía Local o la Guardia Civil la que vigile».

Dos semanas después de la nueva clausura obligada, en pleno mes de agosto, reivindica apoyo de la Administración. «Nos cerráis, lo aceptamos; pero dadnos ayudas, no nos dejéis solos, cumplimos el protocolo sanitario. ¿De qué van a vivir las familias que trabajan en el ocio nocturno? ¿Qué van a cobrar en un ERTE [expediente de regulación temporal de empleo] si la mayoría están contratados por horas? Hay gente que trabajaba de jueves a sábado para pagarse la carrera. Y ahora cierro y cada uno se tiene que ir a su casa».

En cuanto al avance la pandemia, este empresario sostiene que el cierre de los locales «no es la solución, puesto que fomentas las fiestas privadas en pisos y garajes, y los botellones». «¿Dónde está más controlada la gente, dentro del local o fuera?», interpela. Sin fecha para reanudar la actividad, el horizonte no resulta nada esperanzador: «Habrá quien aguante, pero otros no».

Las medidas más estrictas

El gerente de la sala INK, de Narón, comparte la visión de Pibe. «Nosotros no llegamos a abrir, con las medidas que impusieron lo vi inviable, es complicado que la gente respete, ya cuesta en un pub pequeño...», explica Juan Trastoy. «El ocio nocturno se controla mucho más que los locales de día, es el único sector con control de acceso y el aforo permitido es del 60 %. Aun así, nos cerraron [a mediados de agosto], y no hay brotes asociados, aunque al final llevamos nosotros la culpa», lamenta.

«Es muchísimo peor como está ahora -insiste-, con botellones y fiestas privadas en pisos, porque nosotros controlamos lo que pasa en nuestro negocio para que no nos cierren, pero es lo más sencillo, cerrarnos, aunque la gente va a seguir juntándose en garajes y pisos, jóvenes y no tan jóvenes». Recuerda el caso del portero del pub de Oleiros, «sin contagios, como se vio tras las pruebas PCR, que sí hubo en el gimnasio». Incide en que los locales «no son culpables», pero admite que «lo que hay alrededor de la noche, lo que pasa fuera del establecimiento, en la calle, es difícil de controlar».

A ver si en diciembre

¿Cómo ve el futuro? «Como estábamos ya íbamos aguantando para poder subsistir, pagar alquileres y gastos... Ahora, con los locales cerrados, paciencia. A ver si en diciembre nos dejan volver a abrir [...], y a ver cómo se resuelve la denuncia contra Sanidad por las medidas impuestas... Todo se ve complicado».