Vecinos de A Fortaleza de Oleiros piden mejoras en el entorno de sus viviendas

Toni Silva OLEIROS / LA VOZ

OLEIROS

Toni Silva

Encerrados por la N-VI junto a la curva de Biona, reclaman que acondicionen el solar de la vieja residencia

31 oct 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Detrás de las primeras curvas de Nós hacia O Carballo se esconde un grupo de casas que hace años estaban en primera línea de carretera. Para construirla hubo que derribar algunos edificios, entre ellos una residencia de ancianos, de la que ha quedado, como el decorado de una película, una de las paredes, espejo incluido. Tras aguantar unas ruidosas y polvorientas obras en el año 2011, hoy sus ventanas se topan contra una cuesta coronada por una muralla de hormigón.

Han pasado ocho años desde aquellas obras y este rincón de Oleiros tiene quejas que trasladar. «Dijeron que iban a venir a controlar las bajantes de agua, a contrastar las grietas, a revisar la zona en general, pero aquí no ha venido nadie», explica Ramón Bello, uno de los residentes. «Aquí no han venido», espeta. Por eso suena a irónico el nombre de este lugar: A Fortaleza.

Las aceras que corren paralelas a la carretera desaparecen cuando encaran la cuesta hacia estas casas. La casa de Ramón es la primera de la hilera y en lado libre se abre un camino que ha sido devorado por la maleza. Desemboca en un río, pero el acceso es imposible sin comprometer el calzado y más prendas. «Está en estado salvaje, igual que el suelo de la vieja residencia, ¿por qué lo dejaron así?».

La misma pregunta se formula su vecina Beatriz Carro, tres casas más allá. «Lo dejaron fatal, con la pared a la vista y el suelo así, no lo entendemos», explica. Ella y los suyos fueron una de las familias expropiadas para trazar este vial después de años siendo testigos de los múltiples accidentes en la vieja vía. «Llamábamos a la policía y cuando preguntaba dónde era el accidente le respondíamos ‘‘donde siempre’’. Los coches se empotraban en el quitamiedos delante de nuestra casa», dice Beatriz, quien aún recuerda los paseos con su madre por medio de los escombros de la vieja residencia al poco de mudarse a este rincón en la rúa da Calexa. Dolores murió con 97 años en el 2018.

Pintadas

Uno de los síntomas de que este rincón parece dejado de la mano de la Administración está en las pintadas. El muro que sostiene la carretera -que en este tramo se puede considerar casi como una autovía-, ha estado plagado de grafitis. Hoy aún se intuyen porque han sido eliminados con una capa de pintura gris que maquilla el vandalismo. Pero los vecinos se preguntan por qué no bajaron entonces un poco más y borraron la de la pared de la vieja residencia. «Es que aquí no entran para nada. Pensamos que este solar estará así para el resto de los días», repite Ramón.