Icaria, la proa comarcal está en Oleiros

Toni Silva OLEIROS / LA VOZ

OLEIROS

MARCOS MÍGUEZ

La urbanización, líder del área en renta per cápita, combina una selecta zona residencial con empresas punteras

14 sep 2019 . Actualizado a las 19:08 h.

Icaria es una isla del Mar Egeo llamada así por ubicarse, según la mitología griega, cerca de donde se hundió Ícaro tras fundírsele las alas. Hoy, el país heleno la presenta como una de sus joyas paradisíacas, con 160 kilómetros de costa. El viaje convencional, que exige vuelo desde Atenas, no está al alcance de muchos bolsillos. Una excepción, según el Instituto Nacional de Estadística, está en los residentes de la urbanización oleirense del mismo nombre, Icaria, con un callejero también inspirado en la mitología. Los vecinos se reparten entre la rúa Juno, Selene, Diana, Prometeo, Helios, Apolo, etc. y, por su puesto, Ícaro.

Si Oleiros se dispara en la renta media anual, las urbanizaciones de Ícaro y O Seixal son la proa del municipio. «Aquí vive Pablo Isla», sentencia un vecino. «Y más altos cargos de Inditex», apostilla su pareja en esta zona ubicada entre la carretera de Montrove y la N-VI. «De hecho algunos le han llamado en broma Icariatex». Mientras la renta media anual es de 14.000 euros, la cifra se duplica en Icaria (28.606 euros) y O Seixal (27.229). Irixoa presenta el lado opuesto en la comarca, con una renta media de 9.906 euros.

 

Calle Picavia
Calle Picavia MARCOS MÍGUEZ

 Frontera

Hasta no hace muchos años, en Icaria la frontera entre la zona residencial y empresarial estaba bien definida. Pero hoy ya muchos negocios miran hacia los jardines y la primera línea de hogares. «Eso está generando conflicto en temas como el aparcamiento», explica Anxo Reixa, titular de una empresa de publicidad. En Icaria, al igual que los residentes, también las empresas boyantes en facturación, como Disashop, que optó por este rincón tras nacer en un local de Betanzos. También el expresidente del Deportivo, Tino Fernández, tiene aquí la sede de su empresa. Otro ejemplo es la plaza Atenea, un ágora de coches aparcados entre frontales de naves (cero viviendas). A la tensión viviendas-empresas se ha sumado desde hace meses un plus en el tráfico ya que muchos cruzan este barrio como un atajo desde que el Solymar levantó su frontera para los vehículos que preceden de A Pasaxe.

 

«Ricos hai, pero agora os prezos dos chalés xa baixaron..., pero os ricos ricos están máis alá», explica Eugenio Castro señalando a la parte alta de la urbanización. Este constructor jubilado fue testigo de la transformación de este rincón. «Aquí viña eu de caza, había unha braña e leiras traballadas», explica este veterano vecino que todos los días se pasea por los cuidados jardines. El espacio incluye un campo de fútbol y varias canchas de tenis y baloncesto «de uso exclusivo para os residentes», según reza un cartel.

El propio Eugenio fue el encargado de abrir un paso de carro «cando só había dúas casas e o Rancho», señala en alusión al popular restaurante. Icaria nació en tres fases que se distinguen por las fachadas de ladrillo (fase 1), las casas color crema (fase 2) y las blancas y angulosas (3). La rutina del día a día da cuenta del elevado nivel económico de Icaria recogido por el Instituto Nacional de Estadística: empresas de entrenamiento personal conviven con negocios de hostelería donde los clientes pagan el café de media mañana con su móvil en la TPV.

O Seixal, otro lugar privilegiado con varias casas a la venta

Antes de construirse esta urbanización, O Seixal ya tenía un incentivo deportivo: aquí se encuentra, desde mediados de los años 60, el Club de Tenis Coruña, una instalación con numerosas pistas de tenis o pádel (e incluso piscina) que se ha desarrollado hasta ocupar cerca de 40.000 metros cuadrados. El Instituto Nacional de Estadística señala este lugar fronterizo con O Temple de Cambre y San Pedro de Nós como otro de los más pudientes en renta anual: aquí la media supera los 27.000 euros.

«Era una granja de vacas, así lo recuerdo cuando llegué hace cincuenta años», explica David Fernández, uno de los primeros vecinos de O Seixal, que algunos confunden con territorio cambrés. «No, no, esto es Oleiros, Cambre está al otro lado de la carretera principal», señala este forjador ya jubilado que, si bien agradece el desarrollo del vecindario, lamenta uno de los daños colaterales: «El tráfico ahora es terrible». Ante su casa se dibuja una curva que le separa de los nuevos núcleos de casas, hileras de calles con nombre de instrumento musical (Dulzaina, Clarinete, Flauta y Zanfoña), pero la banda sonora ante su vivienda es la de los coches. Por detrás del club de tenis otra urbanización completa el uso residencial de esta zona. «Quedan muchas casas por vender, pero aquí no compra cualquiera», dice señalando los bloques de viviendas. Los plumachos invaden zonas intermedias y, efectivamente, también asoman carteles que anuncian la venta del inmueble.

No muy lejos, la comarca ofrece zonas cuya renta media baja de los 10.000 euros anuales. Es el caso de A Barcala, camino de Cambre, cuyo núcleo urbano sube a más de 12.000.

Otro de los puntos con mayor renta en el área lo ofrece Bergondo. En la zona residencial de Gandarío y Moruxo, con 16.272 euros de media anual.