El paso de peatones junto al IES María Casares es uno de los más peligrosos de Oleiros
15 jun 2019 . Actualizado a las 05:00 h.Está bien señalizado, iluminado y situado en una recta con buena visibilidad. La velocidad en este punto de la AC-173 está limitada a 50 kilómetros por hora y una señal lumínica advierte a los conductores de que deben ser cautos. Sin embargo, el paso de peatones situado en la avenida Che Guevara, frente al IES María Casares, es uno de los puntos con más atropellos del municipio de Oleiros. Al menos, donde se producen más «sustos» para los viandantes. Los vecinos de Bastiagueiro y Santa Cruz conocen de sobra los peligros que entraña este paso y casi todos tienen anécdotas para relatar. Los protagonistas de las más trágicas ya no las pueden contar, porque en este paso hubo víctimas mortales, y los que han sobrevivido a un atropello piden a las autoridades que se tomen medidas para reducir al máximo los riesgos.
Es el caso de Paula Aragón Riveiros, que el pasado 13 de mayo fue arrollada por un turismo cuando cruzaba correctamente por este paso de peatones. «Fue a las 9.30 de la mañana. Tenía el día libre e iba a pasear con el perro por la zona de As Galeras, aunque normalmente voy hacia el Bosque dos Veciños. No tengo una imagen clara de lo que pasó, pero de repente un coche me golpeó y vi a mi perro volando por los aires». Paula explica que el conductor del turismo dijo que el sol le deslumbró y no la vio. «Y yo me lo creo, porque el sol estaba muy bajo y esa misma mañana, cuando fui a dejar a mi hija al colegio, yo tuve que ir muy despacio por el mismo motivo», dice.
La Policía Local y la ambulancia llegaron enseguida y Paula fue trasladada al hospital Modelo. Sigue de baja médica y va recuperando poco a poco la movilidad, después de un tiempo en silla de ruedas y, ahora, con muletas. «Tuve un golpe fuerte en la tibia y el peroné, pero también tengo tocadas las cervicales y un hombro. Ahora que lo pienso, creo que tuve mucha suerte. Si el coche hubiera ido más rápido me habría dejado en el asfalto como una pegatina». De hecho, la frenada quedó marcada en el suelo. «Tuve mucha suerte, mucha. Y no fue nada comparado con lo que podría haber sido», repite.
Cuando los chicos que acuden el IES María Casares se interesan por su salud, ella les pide que tengan cuidado. «Aunque lo peor es por la noche, porque como es una recta muy grande los vehículos no respetan los límites. Relata también que, en alguna ocasión, se quedó parada ante el paso esperando a que los turismos le cediesen el paso: «Conté al menos cinco coches antes de que uno parase. Y eso que está todo muy bien señalizado». Sobre una posible solución, Paula cita la instalación de badenes, un semáforo de botón para peatones o incluso un radar. «Si hubiera un radar y multas ya verías como no hay tantos accidentes...».
Amnesia postraumática
Candela Tellado tiene ahora 21 años y también fue arrollada por un vehículo en ese mismo paso de peatones. Explica que fue cuando ella tenía 14 años y se iba a coger el autobús para ir al conservatorio. «En mi caso fue a las 16.30 horas, un día que llovía muchísimo. Yo no vi el coche y el conductor no me vio a mi. Recuerdo lo que pasó antes y después, pero nada del momento del accidente. Tengo amnesia postraumática. Me dijeron que el conductor, un estudiante de INEF, iba despacio y que no llegó a pasarme por encima, pero el impacto me ocasionó pequeños coágulos en el cerebro y quemaduras en la parte izquierda de la cara y en las manos, por el arrastre sobre el asfalto. Estuve días en la UCI». Como secuelas le quedan algunas cicatrices y una pequeña calva en una ceja. «Es curioso. La verdad es que no tengo miedo a conducir ni a cruzar por este paso. El atropello ocurrió aquí, cuando tenía 14 años y, la verdad, tengo suerte de no recordarlo». Sobre las medidas que se deberían tomar, ella apuesta por un semáforo con botón para peatones. «Viendo lo visto y que cada año hay algún atropello, deberían tomarse medidas. Porque... ¿qué preferimos, que un semáforo entorpezca el tráfico o que muera gente?»