Medio siglo de amor incondicional

Rocío Perez Ramos
Rocío Ramos LALÍN / LA VOZ

OLEIROS

rober amado

La pareja llegó en coche clásico a la iglesia de Oleiros, donde se casaron hace 50 años, y se fueron en calesa

16 feb 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

En la vida de toda pareja siempre hay días especiales y el de la boda suele ser uno de ellos. Un día después de San Valentín y 50 años exactos después, Sixto Blanco Pumeda y María Josefa Rozados Presas volvieron a la iglesia parroquial de Oleiros vestidos de novios para renovar sus votos. Lo hicieron esta vez acompañados de sus hijas Marisol y Marifé y de su nieto Iago. Junto a ellos, de nuevo, familiares y amigos de la zona, muchos de ellos de toda la vida.

El tiempo también les quiso dar un regalo: una mañana de sol, cálida y luminosa que adelantaba la primavera. El matrimonio llegó a la iglesia de Oleiros, la parroquia silledense de donde es natural la novia nacida en el lugar de A Laxe, en un elegante coche clásico.

En la misa, Iago, emocionó a los presentes con sus palabras de cariño a sus abuelos. Al salir de la iglesia, sonaron las gaitas tocadas por sus hijas y su nieto, del grupo de gaitas Santiago Apóstol de Pamplona que interpretaron varias piezas. Tras la ceremonia religiosa y las sesiones de fotos pertinentes, la pareja abandonó la iglesia bajo una tirada de pétalos para subirse a una calesa tirada por caballos.

La fiesta continuaría después en el Hotel Torre do Deza donde se servirían los aperitivos y el ágape nupcial seguido de fiesta amenizada por el grupo de gaitas, la charanga Ardores y el dúo Nueva Era.

Cuenta su hija, que Sixto, natural de la parroquia lalinense de Soutolongo y María Josefa se conocieron en la taberna de Castro, que ambos frecuentaban los días de feria. Coincidió que fue el día después de San Valentín. Después Sixto tendría que acabar el servicio militar.

La pareja emigró a Pamplona donde se instaló y nacieron sus hijas, aunque siempre teniendo a Galicia muy presente. Sixto tiene una empresa de carpintería en la que trabajó hasta su jubilación. La familia nunca dejó de venir a la zona todos los años y sus hijas se sienten gallegas de corazón.

Las dos tocan la gaita y forman parte del grupo de gaitas y danza Santiago Apóstol de Pamplona. Una afición musical que comparte Iago, hijo de Marisol. Sus hijas querían para sus padres una auténtica boda y así fue. La novia llegó vestida de encaje portando el ramo y Sixto, galante, ayudó a sus esposa a salir del coche primero y a subirse a la calesa después. Desde aquí nuestras felicitaciones a toda la familia y a la pareja por estos 50 años de amor y convivencia y a los que esperamos puedan sumar otros muchos más.