El asentamiento de A Pasaxe aún cuenta con 25 familias tras completar 12 realojos

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

OLEIROS

MARCOS MÍGUEZ

Los últimos chabolistas reubicados se fueron a pisos de Santa Cristina y Novo Mesoiro

06 mar 2018 . Actualizado a las 12:44 h.

Si ya fue difícil reubicar a las 12 familias que desde el 2015 abandonaron el asentamiento de la Conservera Celta, lo será más con las que todavía quedan, que son 25. Esas que se han ido viven hoy en pisos de los Castros, Eirís, Labañou o municipios colindantes porque reunían todos o casi todos los requisitos exigidos, como tener ingresos fijos o una paga para hacer frente a su parte del alquiler. El problema es que la gran mayoría de las familias que quedan por reubicar, por haches o por bes, no tienen nada que acredite que todos los meses entra dinero en casa. Viven al día. Otros, ni siquiera están censados. A estos, el Ayuntamiento ya les adelantó de que se tenían que buscar la vida fuera del asentamiento.

¿Cuántas familias había hace dos años y cuántas hay hoy en día?

El censo de habitantes del asentamiento de A Pasaxe siempre fue un enigma. Hasta para el Ayuntamiento. Un día podían ser 40 y al siguiente 46. Con todo, los técnicos del plan municipal de erradicación del chabolismo, conocido como Hábitat Digno, contabilizaron hace dos años 37 familias. Desde entonces, reubicaron a 12, por lo que quedan 25. Una cifra irreal, pues a esas hay que sumar las que no están censadas, esas que llegaron al asentamiento tras el inicio del plan.

¿Dónde viven ahora las 12 unidades familiares que fueron realojadas?

En distintos barrios de la ciudad, como los Castros, Eirís, Monelos o Novo Mesoiro. También en municipios del área metropolitana, como Oleiros.

¿Qué requisitos pide el Ayuntamiento a los chabolistas para entrar en el plan de realojo ?

Tener unos ingresos fijos todos los meses, ya sea por trabajo por cuenta ajena o por recibir una paga, la inmensa mayoría la risga. Además, deben ser los propios chabolistas los que busquen el piso de alquiler, lo que dificulta enormemente el realojo, pues muchos se quejan de que «nadie» les quiere rentar una vivienda. No solo eso. Una vez realojados, los beneficiarios de las ayudas tienen la obligación de acudir a cursos de convivencia o laborales. Así como tener un buen comportamiento en el nuevo destino. De no cumplir esas exigencias, se les suspenderá la subvención.

¿En qué consiste la ayuda municipal?

Durante los primeros años, los realojados reciben del Ayuntamiento poco más de la mitad de la renta por el alquiler, así como de los gastos de agua, luz o gas.

¿Qué posibilidades tienen de ir a un piso los residentes en el poblado que aún no reúnen las exigencias requeridas?

O encuentran un trabajo o solicitan la prestación económica de integración social (risga). En esto último el Ayuntamiento les echa una mano. Ahora, es el principal esfuerzo del equipo municipal, que asesora a los residentes para cumplimentar la solicitud.

¿Qué final tendrán las familias que viven en el asentamiento sin estar censadas?

Los técnicos municipales que se encargan de los realojos se lo dijeron muy claro a esas «pocas» unidades familiares que llegaron al asentamiento en los últimos meses y, por tanto, no están censados y no entraron a formar parte del plan Hábitat Digno: «Se tienen que ir». Les advirtieron varias veces que nunca serán beneficiarios de las ayudas y su única salida es abandonar el poblado. ¿Para ir a dónde? No se sabe.

¿Hubo algún rechazo al realojo?

Por el momento, ninguna familia censada dijo no a las ayudas. Otra cosa es que no le hayan convencido las opciones propuestas por el Ayuntamiento. Antonio y su mujer, por ejemplo, iban a ser los primeros realojados. Residían en una chabola pegada al muro que se derribó el año pasado por peligro de derrumbe y el equipo municipal le encontró una casa con un pequeño terreno para guardar la chatarra. El problema es que estaba en A Laracha. Así lo explica: «No nos podemos ir tan lejos. Estamos enfermos y nuestros hijos nos dijeron que no nos fuéramos porque no tendrían como ayudarnos viviendo a tantos kilómetros. Así que nos negamos. Cuando se lo dijimos al Ayuntamiento, nos dijeron que seríamos los últimos, y aquí estamos, en una chabola prestada por unos familiares». Algunos que viven ahora en pisos siguen acudiendo a diario al poblado porque ahí guardan el material. Hay montones de metal y otros desechos por todas partes. «En un piso no puedes meter chatarra», dicen.

«Nací aquí, me fui con 8 años, volví el año pasado y no me quieren censar»

Un joven de 20 años al que llamaremos José -no quiere que se publique su verdadero nombre- reside en una minúscula caravana junto a su esposa en el medio y medio del asentamiento de A Pasaxe. Llegaron hace ahora un año, cuando se casaron y cuando ya llevaba meses en marcha el plan de realojo municipal y cerrado el censo de habitantes. Por tanto, quedaron fuera. Les negaron el entrar a formar parte del padrón y les informaron de que tendrían que abandonar el poblado más pronto que tarde. «Pero no tenemos a dónde ir», cuenta José, que no entiende cómo se le puede negar el empadronamiento habiendo nacido en el poblado. «Me fui con 8 años a Monte Xalo con mi familia y al casarme salí de casa y regresé aquí pensando que me ayudarían».