Bastiagueiro lideró el plan B de los coruñeses «exiliados»

T. Silva / D. Vázquez OLEIROS, SADA / LA VOZ

OLEIROS

La Voz

El arenal oleirense fue el destino favorito de los habituales del Orzán y Riazor que no quisieron arriesgarse con las mareas

24 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

A las 21.34 horas, el servicio de socorrismo de la playa de Bastiagueiro (Oleiros) anunció por megafonía el fin del servicio, añadiendo un «extremen as precaucións, pasen unha boa noite». Pocas veces los socorristas cerraban la caseta dejando tanta gente en el arenal. Pero tampoco quedaban a su suerte. Por el paseo colindante quedaban velando miembros de Protección Civil de Oleiros y agentes de la Policía Local, que vigilaban que nadie bajase a la arena envases de cristal. Lo habitual en cada San Juan, pero con la particularidad de que las mareas temidas en el Orzán provocaban un trasvase de coruñeses a este lado de la ría. «Da Coruña veu moitísima rapacería e preguntáronme onde chegaba a pleamar, veu máis xente que outros anos», señalaba Enrique Rodríguez, miembro de Protección Civil.

Pero en Bastiagueiro, esa línea Maginot hasta donde avanza el agua aún se quedó unos cuantos metros por detrás de la línea que marcan los contenedores, con plaza fija en este arenal donde, entre los menús tradicionales de esta noche mágica, también se vieron algunas cajas de pizzas. Cuando la playa ya presentaba una densa superficie de ocupación, en el acceso principal la pila de madera «municipal» parecía no tener fin, quizá para evitar las decepciones del año anterior, cuando una larga cola se quedó sin fuego en la arenal vecino de Santa Cristina. Así, muchos coruñeses gozaron de la noche más coruñesa viendo el skyline de su ciudad desde la playa de Bastiagueiro.

 Por su parte, Sada mantiene el espíritu sanjuanero en O Curruncho, que volvió a ser el epicentro de las sardiñadas, fumeiradas y ambiente familiar. Si por la tarde los barrios compitieron con un espectacular pulpo violeta, con peces escapando de la madera y hasta una bruja en la creatividad de las propuestas por barrio, hubo quien no se contuvo y a las diez y media el fuego ya consumía, como una gran antorcha, un apile espectacular de leña. Los pases de un helicóptero con un gran foco, sobre las once y media de la noche, animaron todavía más los ánimos para una población que reivindica ser la patria de la sardina. Los fuegos, a la medianoche, fueron la nota luminosa que muchos continuaron de madrugada.

As Mariñas

En el municipio vecino de Bergondo, pero muy cerca, en Gandarío, los jóvenes eran mayoría y muchos trasladaron a la arena y a la zona de mesas y bancos bajo el albergue viandas como si no hubiera un mañana. Como testigos, un gran despliegue de Protección Civil en la playa, una de las dos en las que se permitió levantar hogueras. La otra era O Pedrido, donde había un ambiente más recogido y menos populoso, concentrado junto a la exposición marítima. Pese al ambiente íntimo, no se escatimó en madera e incluso hubo quien reutilizó los remolques para ir de caza para transportarla.

Mientras, Betanzos volvió a concentrar un numeroso grupo de vecinos en el casco histórico merced a las hogueras «patrocinadas» por algunos locales de hostelería, donde también se repartían sardinas y carne.