La juventud también se contagia

Marina Chiavegatto

OLEIROS

En el geriátrico Agarimo, en Oleiros, los jóvenes ayudan a los mayores a estimular sus capacidades cognitivas.

21 may 2009 . Actualizado a las 13:26 h.

«Los mayores antes no tenían ganas de participar en las actividades, pero desde que vienen los chicos se apuntan a todo», cuenta Laura Presedo. Esta técnica de animación sociocultural del geriátrico Agarimo, en Oleiros, explica que los resultados de este nuevo programa, en el que los jóvenes son los que imparten las clases de psicoestimulación, son muy visibles y positivos.

Carlos Díaz del Río es uno de los fundadores de este «proyecto inédito» que tiene como objetivo «lograr una mejora cognitiva en ambos los grupos generacionales». Para eso, dos veces a semana, seis mayores se reúnen con dos jóvenes para que estos los ayuden en sus clases de estimulación cognitiva. «Los niños son personas distintas, que no están en el centro todos los días- explica el psicólogo- y eso hace con que se creen relaciones afectivas muy importantes para los dos lados».

«Ellos son como mis nietos», confiesa Gala Abeijón mientras hace los ejercicios de estimulación motora. «¡Son estupendos!», añade su compañera de clase, María Jesús Sánchez. Y este entusiasmo por la visita de los jóvenes se empieza a notar desde la mañana. «Los lunes y miércoles ellos se arreglan más porque ya saben que vienen los niños», cuenta la técnica de animación sociocultural de la residencia .

Pero las sesiones no sirven solo para «pasárselo bien», sostiene María Jesús Sánchez. «Desde que hacemos estas clases con los niños, siento más actividad en el cuerpo», confiesa.

Héctor Varela, de 18 años, es uno de los «niños» que participa en el programa. Él cuenta que cuando el director del centro le propuso participar en la iniciativa, aceptó de inmediato y, hasta hoy, nunca se arrepintió: «Al principio ellos no tenían mucha atención y no querían hacer los ejercicios. Ahora están mucho más entusiasmados y, poco a poco, se van notando las mejoras».

Más horas

Este programa está constituido por 22 sesiones de 45 minutos cada una, «pero en todas las evaluaciones que hacemos los alumnos y los mayores nos dicen que quieren que las clases duren más tiempo», puntualiza el psicólogo responsable del proyecto.

La última sesión del programa es ya el próximo miércoles, pero «los niños» ya preguntaron en la residencia si pueden seguir visitando a sus compañeros, aunque ya no haya clases. «Los queremos mucho», justifica Héctor.

Al acabar las clases, empieza una segunda parte del programa en la que se hará un estudio sobre «la influencia intergeracional en la psicoestimulación» para, quizás, poder aplicarla a otras residencias.

Sin embargo, no son necesarios muchos estudios para prever los resultados: «Hubo una de las mayores que tuvo un bajón y se puso buena solo para no perder la visita a los niños», cuenta el psicólogo Carlos Díaz del Río.