Miño, donde se ve la difícil coexistencia entre un castro y una iglesia

CRISTÓBAL RAMÍREZ

MIÑO

PACO RODRÍGUEZ

Lo sorprendente en Castro es que el templo se levantó en medio del poblado, arrasándolo

04 jul 2021 . Actualizado a las 00:41 h.

La playa de Miño estará abarrotada este verano. Pero por ahora, y aunque siempre alguien hay, también resulta posible aparcar. Si se llevan bicicletas, lo mejor es dejar el coche allí, ir hasta el final, pasar por debajo de la vía del tren y de la autopista y ascender, siempre al frente y sin hacer caso de las numerosas desviaciones a una y otra mano. La pista, asfaltada siempre, es estrecha, lo cual obliga a redoblar la precaución. En algún cruce aparece una señal, en la mayoría no, pero tampoco es la pérdida algo muy posible.

En fin, que así se llega a Castro, que es el destino inicial. Y con cierta perplejidad que requiere una explicación.

Cuando el cristianismo empezó a arraigarse con fuerza en Galicia se eligieron los lugares donde se adoraban a los dioses paganos para purificarlos. Y así, en sus cercanías se levantaron templos grandes y pequeños. ¿Y cuáles eran esos lugares? Olvidadas las mámoas, los castros sufrieron las iras, aldeas en las cuales sus habitantes no se convirtieron al cristianismo porque no lo conocieron. De manera que en algunos -muy pocos- se levantaron cruceiros, y otros vieron como en sus cercanías se construían capillas, ermitas e iglesias.

Lo sorprendente en Castro, concello de Miño, es que la iglesia se levantó en el medio del poblado, arrasándolo. Cierto: no es caso único ni mucho menos, pero tampoco suman demasiados en Galicia. De manera que ahora mismo el visitante va a encontrarse con un templo de tamaño mediano tirando a grande si tenemos en cuenta las dimensiones medias de los que hay en el mundo rural, muy bien conservado, con cementerio -una tumba en suelo dedicada a una niña pone los pelos de punta- y una capilla lateral con escudo. Una somera descripción debe incluir que la construcción es del siglo XVIII, levantada por lo tanto en tiempos del barroco. Los estudiosos afirman que se irguió sobre otra muy anterior, románica. Planta rectangular que, excepto que haya suerte, solo se puede adivinar desde fuera, una espadaña doble que remata en pináculos y decoración sobria que se ve solo en la fachada. ¿Y la capilla lateral con el escudo? Mandada construir por los condes de Vigo.

Del castro no queda casi nada. Avanzando hacia la zona donde hay bancos y mesas, parece que a la derecha queda una muralla. Y llegando a la pista polideportiva (en lamentable abandono), su límite podía ser otra muralla. De comprobarse esto, el castro tendría unas más que respetables dimensiones. Y ante él, el golfo Ártabro.

EL COMIENZO

43º12'43N 8º16'48W

LA FOTO MÁS PERSONAL

Ante la iglesia de Castro.

EL DESAFÍO

Descubrir el contorno de la aldea prehistórica.

LOS NIÑOS

Lugar seguro para los más pequeños.