Lucía Puy: «Me fui a dar la vuelta al mundo con mi novio, rompimos y decidí seguir sola»

Loreto Silvoso
loreto silvoso A CORUÑA / LA VOZ

ELLAS

Lucia Puy

La aventurera coruñesa, ahora en Argentina, viaja con su perro y su autocaravana

09 jul 2023 . Actualizado a las 19:04 h.

Para Lucía Puy (A Coruña, 1986), la vida hay que tomársela como una gran aventura. De niña ya apuntaba maneras. Cuando acabó la carrera de Derecho como le había prometido a sus padres, proclamó: «Ahora me voy a Madrid a estudiar Arte Dramático». Como un padre y una madre lo que quieren es ver feliz a su hija, apoyaron su sueño de actriz. «Estuve en varias escuelas trabajando de todo para poder pagarme el piso en Madrid», relata. Ahora su familia está planeando reunirse con ella en Navidad en la Patagonia argentina.

—Porque enseguida cambió el Arte Dramático por los viajes.

—Así es. Estudiando Arte Dramático conocí a un chico y nos fuimos a recorrer Europa en furgoneta durante dos años. ¡Eso fue a la aventura total! Íbamos cantando por la calle.

—¿Así se financiaban?

—Sí. Él tocaba la guitarra, yo cantaba y así recorrimos toda la costa del Mediterráneo hasta Turquía. Estuvimos tres meses viviendo en Estambul, que es impresionante. Después subimos hacia el norte, pero, como hacía mucho frío, no podíamos cantar en la calle y empezamos a vender fotos de nuestro propio viaje.

—¿Les iba bien?

—Sí, en Noruega trabajamos de cocineros y de camareros en hoteles, que son sueldos altos, para poder comprar la furgoneta en la que voy ahora. Porque mi idea es recorrer durante dos años toda Latinoamérica.

—¿Cuál es su sueño?

—Yo quiero recorrer el mundo para crecer como mujer, para conocerme mejor. Ese es mi sueño.

—El primer paso era «camperizar» la furgoneta, ¿no?

—Sí, y ahora tengo de todo: cama, ducha, cocina... Pero ese proceso nos llevó como dos o tres años, porque ahí nos pilló la pandemia y fue un poco desesperante. Tan desesperante fue que, cuando ya estaba todo listo, el que era mi novio decidió que ya no podía más, que ya no quería viajar y yo me vi ante la pregunta de si seguir sola o abandonar.

—¿Rompieron como pareja?

—Rompimos como pareja y se rompió el eje fundamental del proyecto al que habíamos dedicado tantos años. Pero decidí seguir viajando sola, porque no quería perder tanto tiempo y dinero invertido y luego claudicar.

—¿Le costó tomar esa decisión?

—Obviamente sientes miedo, porque es un viaje que implica un montón de gastos. Para empezar, la furgoneta consume muchísimo, pero tenía claro que quería seguir adelante con el proyecto de dar la vuelta al mundo. De hecho, para ello, durante la pandemia generé para mí un trabajo online que es el que tengo ahora. Soy copywriter para blogs y redes sociales de empresas.

—Lleva tres meses en Latinoamérica. ¿Qué balance hace?

—Maravilloso, es un aprendizaje muy rico en todos los sentidos. El primer mes recorrí las playas de Uruguay y entré en Argentina: Entre Ríos, Misiones (que estoy enamorada de este lugar), y ahora voy hacia Salta y Jujuy.

—¿Algún contratiempo?

—Me ha pasado de todo: quedarme sin batería, sin gasolina y ayudarme la gente muchísimo.

—¿Qué le ha impresionado más?

—Punta del Diablo, Oceanía del Polonio y las cataratas del Iguazú. Me siento muy orgullosa de haber llegado hasta aquí.

Aventurera sin igual: Tiene 38 años y está a 12.000 kilómetros de su Santa Cristina natal. Fue alumna de Jesuitas, instituto público y Derecho. «Fue un trato con mis padres a cambio de estudiar lo que yo quisiera», dice. Prepara libro y arrasa en redes: @dreaminvan_luzya.

«Lo más difícil hasta ahora ha sido cruzar a América con la camioneta»

«Una auténtica odisea». Así describe Lucía Puy el proceso para saltar el charco con su furgoneta y su perro sin poner en riesgo los medios económicos con los que cuenta para su vuelta al mundo. Lo cuenta por telellamada desde Argentina.

—¿Qué fue lo más difícil?

—Conseguir el barco para cruzar el charco con la camioneta. Para lograrlo, me recorrí durante tres meses toda la costa desde Francia hasta Portugal, de puerto en puerto y de compañía en compañía, buscando la oportunidad de que alguien hiciera algún trato conmigo o me hiciera un buen precio, porque yo no tenía dinero suficiente para cruzar la furgoneta por el Atlántico.

—¿De cuánta pasta hablamos?

—Cruzar a América con esta furgoneta cuesta como unos 4.000 euros. Eso solo el barco, a lo que hay que sumarle los papeleos que son otros 1.000 euros, más un montón de trámites.

—¿Qué acuerdo buscaba?

—Que me pudieran financiar. Iba a los puertos y preguntaba por el patrón. Con el que más cerca estuve fue con el dueño de un pesquero que me llevaba encantado, pero no tenía sitio para mi furgo ni una rampa para subirla.

—Podía ir sin la camioneta...

—Es que a mí sola me llevaba, pero yo quería ir con mi Kairós [así llama a su furgo], así que nada.

—¿Cómo lo logró?

—Gracias a una empresa transitaria de Bilbao, AM Cargo Shipping. Desde aquí quiero dar las gracias a su director, Raúl Aguayo, y a todo su equipo. El día previo a Reyes contestó a mi petición de trasladar la furgo a cambio de llevarles yo las redes sociales: «Hola Lucía. Deseo concedido. Hablamos la semana que viene». Me acuerdo y aún me emociono. El 17 de febrero salió la furgoneta de Bilbao y llegó a Montevideo el 11 de abril.