—¿Cómo es ahora su vida?
—Le quisimos dar tantas alas a Guille que ya no tenemos miedo. Tuvimos miedo al principio, pero lo perdimos por el camino.
«Un escalador siempre tiene que llevar sus pies de gato. Si no... ¡catapún chispún!»
Cuenta su madre que Guille descubrió la escalada durante un Día del Deporte en la Calle organizado por el Ayuntamiento de A Coruña, en Riazor. Ese día, este alegre y pizpireto rubio de seis años, con ceguera congénita, descubrió lo feliz que se puede uno sentir tratando de alcanzar la cima de una montaña. Y le gustó tanto que quiso repetir. Sus guías fueron aquel día (y lo siguen siendo a día de hoy) el equipo al completo de la Asociación de Amigos del Montañismo (AMI), entidad referente en la práctica de la escalada en la ciudad. Desde entonces, Guille nunca falta a su cita semanal con el rocódromo que AMI tiene en la calle Padre Sarmiento, número 8, en un lateral del parque de Santa Margarita, donde el niño se siente tan a gusto.
—¿Qué tal, Guille?
—¡Hola! ¡Muy bien!
—Me han dicho tus padres que a ti lo que te gusta es trepar.
—Sí, aquí me lo paso muy bien. Yo siempre quiero venir.
—¿Cómo va esto de la escalada?
—¡Me gusta muchísimo! Mira, ven conmigo, te voy a enseñar donde escalo yo [con gran desparpajo, agarra de la mano a la periodista y la conduce, a través de un suelo blandito de colchoneta, a uno de los muros del rocódromo, lleno de colorines, y empieza a subir].
—Te sientes capaz de todo, ¿no?
—Sí, y subo hasta arriba, mira.
—¿No te dan miedo las alturas?
—No, la que es miedosa es mi madre, ja, ja... [y empieza a partirse de risa], yo no. Yo soy bueno en esto, ¡eh!
—Oye, Guille, ¿qué es lo que llevas puesto en los pies?
—Los pies de gato. Es que un escalador siempre tiene que llevar sus pies de gato puestos para escalar. Si no... ¡catapún chispún!
Cuatro sentidos: A través de las redes sociales, María García narra el día a día de la familia. Por su Instagram @4.sentidos_made.in.home le dan las gracias desde todo el mundo. Lo creó para apoyar a otros padres de niños con ceguera. Y es que a ella le costó encontrar referentes cuando supo que Guille era invidente.