María Chas: «Desde San Andrés a la Galera puedo llevar cien kilos de mercancía a pie»

Loreto Silvoso
LORETO SILVOSO A CORUÑA / LA VOZ

ELLAS

CESAR QUIAN

Muy respetada en el sector, María es una de las repartidoras más conocidas de la ciudad

02 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Uno de los pocos oficios que no da abasto esta segunda Navidad pandémica es el de los repartidores de paquetería. En una mañana normal, María Chas Riveiro (Vilarrodís, Arteixo, 49 años), suele transportar unos noventa bultos en su furgón. Ustedes calculen.

—Los Reyes Magos tienen fecha de entrega garantizada.

—Hay compañeros que están desbordados. Son días de locura, pero que se lo tomen con calma.

—¿Usted se aplica el cuento?

—Yo digo al ralentí y soy la primera que ando a machete. Es que a mí me gusta cumplir, ¿sabe? No quiero dejar a la gente sin mercancía y me tiene pasado por no poder aparcar en los sitios.

—¿Cómo va la cosa?

—Buf, está muy complicada.

—¿Y eso, mujer?

—Mucho estrés, las multas, la gasolina... Antes llenaba mi furgoneta con 80 euros. El otro día, sin llegar a la reserva, 110.

—Trabaja por cuenta ajena.

—Sí, pertenezco a una empresa, pero este oficio es estresante.

—A contra reloj y cargando peso.

—Es más maña que fuerza. Desde San Andrés a la Estrella o a la Galera puedo llevar cien kilos de mercancía a pie con el carrito. Esto te tiene que gustar, porque la ciudad está complicada, ya digo.

—¿Qué problemas tienen?

—Que la gente no respeta los carga y descarga. Además, desde la plaza de Mina hasta el Finisterre, hay unas treinta calles peatonales. ¿Quién hace todo ese reparto en una hora? Nuestro horario es de 6.00 a 11.00, pero resulta que casi todo abre a las 10.00.

—¿Quién es más culpable?

—No son solo coches particulares, eh. Son el electricista de turno, el de la obra, el de mantenimiento... Son trabajadores también y ni siquiera ellos respetan.

—Lo que pide es respeto.

—La semana pasada un coche estuvo aparcado en el carga y descarga de Pórtico de San Andrés toda la semana, ¡mañana y tarde!

—La veo muy tensa con el tema.

—No hay un mes que no pague dos o tres multas en Coruña ¡y son cien euros cada una!

—¿Percibe aumento de robos? ¿A usted le han sisado?

—Sí. Tienes que andar a correr para las entregas y también para evitar los hurtos. A mí me han intentado robar unas cuantas veces. Una vez me pinzaron la puerta con una pata de cabra en la plaza de Lugo, pero no fueron capaces de abrir la puerta.

—Vive y palpa mucho la calle.

—Sí, y ves de todo. Los de mi gremio somos como una enciclopedia andante en materia de calle.

 

«Me han llegado a decir que, si no valía para esto, me fuera para casa a cocinar»

«La semana de Nochebuena fue muy dura para nuestro gremio por la amenaza de la huelga del transporte», explica María Chas, que lleva casi veinte años trabajando en el sector logístico en A Coruña. Su anterior trabajo fue en un hotel en Mallorca.

—¿Cómo aterrizó en paquetería?

—De rebote. Mi hermano trabajaba aquí y me gustaba ese mundillo. Pero de enchufe, nada eh. Cuando hay inconvenientes, me llaman a mí. Es que son muchos años. Y a mí no me hace falta mirar el remitente para saber de quién es la mercancía a clasificar. Por las cajas ya lo sé.

—¿Come en la furgoneta?

—Sí, me llevo el pícnic, aparco frente al mar y me tomo mi ensalada. Excepto en verano. A agosto lo llamamos el mes de comer sentados, porque nos da tiempo.

—Si no fuera repartidora, ¿qué le gustaría haber sido?

—Me adaptaría a cualquier trabajo. Me gusta mucho la limpieza.

—¿Hay mujeres en el reparto?

—Cuando yo empecé había una más, solo. Hoy en día, hay bastantes. Veteranas, aparte de mí, son unas cinco en A Coruña.

—¿Lo tienen más difícil o no?

—Bueno, yo he escuchado de todo. Me han llegado a decir que, si no valía para esto, me fuera para casa a cocinar.

—¿Algún aviso a navegantes?

—Mire, en esta vida hay que respetar a todo el mundo. Yo me llevo bien con el de la basura, con el de la cerveza, con los barrenderos, con el de la leche...

—Y con el gremio del bus, ¿qué?

—Igual. Conmigo siempre se portan bien. Me ceden el paso y nunca me ponen una mala cara.

—¿Ha tenido accidentes?

—Hoy mismo me he hecho esto [un dedo en cabestrillo]. Otra vez me torcí el pie y estuve cuatro meses de baja. Golpes tontos.

Transporta: Medicamentos para hospitales y farmacias; alimentación para supermercados, restaurantes y hoteles; libros y entregas a particulares. «Estos días son de locura», afirma María Chas.

Guerrillera: Tras casi veinte años como repartidora, ella «no se achanta» ante nada.