—Vive y palpa mucho la calle.
—Sí, y ves de todo. Los de mi gremio somos como una enciclopedia andante en materia de calle.
«Me han llegado a decir que, si no valía para esto, me fuera para casa a cocinar»
«La semana de Nochebuena fue muy dura para nuestro gremio por la amenaza de la huelga del transporte», explica María Chas, que lleva casi veinte años trabajando en el sector logístico en A Coruña. Su anterior trabajo fue en un hotel en Mallorca.
—¿Cómo aterrizó en paquetería?
—De rebote. Mi hermano trabajaba aquí y me gustaba ese mundillo. Pero de enchufe, nada eh. Cuando hay inconvenientes, me llaman a mí. Es que son muchos años. Y a mí no me hace falta mirar el remitente para saber de quién es la mercancía a clasificar. Por las cajas ya lo sé.
—¿Come en la furgoneta?
—Sí, me llevo el pícnic, aparco frente al mar y me tomo mi ensalada. Excepto en verano. A agosto lo llamamos el mes de comer sentados, porque nos da tiempo.
—Si no fuera repartidora, ¿qué le gustaría haber sido?
—Me adaptaría a cualquier trabajo. Me gusta mucho la limpieza.
—¿Hay mujeres en el reparto?
—Cuando yo empecé había una más, solo. Hoy en día, hay bastantes. Veteranas, aparte de mí, son unas cinco en A Coruña.
—¿Lo tienen más difícil o no?
—Bueno, yo he escuchado de todo. Me han llegado a decir que, si no valía para esto, me fuera para casa a cocinar.
—¿Algún aviso a navegantes?
—Mire, en esta vida hay que respetar a todo el mundo. Yo me llevo bien con el de la basura, con el de la cerveza, con los barrenderos, con el de la leche...
—Y con el gremio del bus, ¿qué?
—Igual. Conmigo siempre se portan bien. Me ceden el paso y nunca me ponen una mala cara.
—¿Ha tenido accidentes?
—Hoy mismo me he hecho esto [un dedo en cabestrillo]. Otra vez me torcí el pie y estuve cuatro meses de baja. Golpes tontos.
Transporta: Medicamentos para hospitales y farmacias; alimentación para supermercados, restaurantes y hoteles; libros y entregas a particulares. «Estos días son de locura», afirma María Chas.
Guerrillera: Tras casi veinte años como repartidora, ella «no se achanta» ante nada.