El negocio de Culleredo tiene 26 habitaciones con terraza cubierta y servicio de transporte perruno
15 oct 2024 . Actualizado a las 12:45 h.«Siempre fui una amante de los animales y siempre quise tener un negocio como este y no paré hasta conseguirlo», dice Adela Romay, gerente de Mi segunda caseta, un hotel de perros en Tarrío, Culleredo. «Lo abrí en 1999, pero lo tuve alquilado, ya que tenía otro negocio», explica la mujer, que finalmente asumió la responsabilidad del alojamiento canino en el 2016.
«Me gustan los perros desde pequeña, tenía esta propiedad en Culleredo y decidí emprender», explica Adela, que se adelantó al bum por los peludos. «No me cogió por sorpresa este auge por las mascotas. Si te fijas en otros países, nosotros siempre vamos a la cola. Entonces, como en otros muchos temas, con esto pasó igual. Hace años leí en un artículo que en Nueva York había más perros que niños y es lo que ahora ocurre aquí. Ha habido un cambio de mentalidad de las personas y ahora son un miembro más en la familia», expone la gerente de un espacio con 26 habitaciones.
Se trata de espacios grandes en los que, además de la zona para dormir, los perros cuentan con un patio exterior cubierto. «El dormitorio está separado de esa área con una puerta, pero si hace buen tiempo, queda abierta y así si quieren pueden salir allí», indica Adela, que añade: «Jamás mezclamos perros que no se conocen. Son todas individuales. Solo comparten cuando son canes de la misma familia», explica Adela, que notó un incremento de la demanda sobre todo a partir del 2020. «Después de la pandemia es cuando más se disparó», señala.
Los peludos que se alojan en Mi segunda caseta tienen además mucho espacio para jugar. «Tenemos 5.000 metros cuadrados de finca, entonces los perros disponen de una zona de unos 4.000 para jugar», indica Adela, que explica que separan a los canes. «Nunca mezclamos perros que puedan no congeniar. Los dividimos por tamaño, edades, afinidad y carácter. No juntamos, por ejemplo, a uno mayor que quiera una vida tranquila, con un cachorro que solo quiere jugar a que lo pillen. O si una perrita está en celo, pues lógicamente no la podemos tener con machos sin castrar y, aunque estén castrados, hay que vigilar porque pueden ponerse pesados. Es su instinto».
Recogida a domicilio
Así, en el día a día, en el hotel los perros salen por grupos al jardín. «Luego están todo el tiempo supervisados. Tenemos en cuenta también si son canes que están socializados o no y si vemos que uno se agobia porque suele pasear solo, pues jugamos con él por separado», añade la gerente de un negocio en cuyo hotel trabajan cuatro personas. «Yo vivo aquí, entonces estoy todo el día en el alojamiento», detalla Adela.
Las jornadas en este hotel canino comienzan, como en cada hogar, con el desayuno. «Yo misma los reparto. Luego salen todos fuera. Se trata de que estén entretenidos, hacemos juegos con ellos. Mientras, el personal de limpieza se encarga de las habitaciones en las que se quedan un rato por la tarde relajados a la hora de la comida. Ofrecemos un trato individualizado a cada perro», dice Adela. Y si sus dueños no pueden llevarlos o recogerlos, lo hacen ellos. «Tenemos transporte y hay varios que vienen siempre en él. Ya contamos con clientes fijos», expone.