Fran Ríos: «Si doy el gordo me tiño de amarillo el poco pelo que tengo»

CULLEREDO

CESAR QUIAN

Asegura que sueña con dar el primer premio para poder cambiar la vida a la gente de Culleredo

19 dic 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Es un cachondo. Cuando la gente le pregunta cuál va a ser la terminación del gordo siempre contesta lo mismo: «Va a acabar en uno. En uno o en otro acaba fijo», responde sonriente Francisco Javier Ríos Seijo, de 60 años y de O Burgo de toda la vida. Vive con pasión su profesión de lotero a la que lleva dedicado desde 1985. «Mi madre tenía en este mismo bajo la pescadería Fina. Lo compramos y levantamos dos plantas, que es donde vivimos, ella en el primero y yo en el segundo. Lo malo de vivir encima del trabajo es que siempre estás pendiente del negocio y bajas hasta de madrugada. Por ejemplo, en estas fechas trabajo muchas noches en pijama», confiesa Fran Ríos, como todo el mundo le llama. Charlamos en la pequeña oficina llena de carpetas, décimos y sobres que tiene en su popular despacho Ría do Burgo. «Me gusta el trato con el público. Son falador. Y no solo charlar con la gente que está al otro lado de la ventanilla, estos días voy a bares, peñas, asociaciones de vecinos... Estás en la calle mucho tiempo. Tengo muchos clientes en el rural, que es donde mejor me encuentro. Hay sitio para aparcar sin que te multen», comenta sin abandonar la sonrisa. Mientras hablamos, uno de sus hijos atiende a la clientela que hace cola ante la administración situada enfrente de la iglesia de O Burgo.

Premios importantes

Fran es un enamorado de O Burgo. Guarda como un tesoro más de un centenar de fotos antiguas de la zona «Sigo el sorteo con un nudo en la garganta. Cuando sale un premio pienso a ver si soy yo. Para nosotros es una alegría y más si tienes en cuenta que le puedes cambiar la vida a gente cercana, a esa que durante todo el año te vacila diciendo que nunca das un premio», comenta. Vive con tanta pasión el sorteo del próximo miércoles que se bloquea cuando le pregunto qué haría si se convierte en el protagonista de todas las portadas, telediarios y programas de radio. «A la ría de O Burgo no me tiro. Si doy el gordo me tiño de amarillo el poco pelo que tengo», promete. En el 2017 vendió un décimo del segundo premio. Recuerda con cariño un quinto premio que en el 2012 tocó a los del equipo Portazgo S.D. «Estaban pasando por problemas económicos y les vino como anillo al dedo. Sanearon las cuentas», destaca. También recuerda un cuarto premio en 1988 que repartió 25 millones de pesetas (150.000 euros). «El décimo costaba 1.000 pesetas (6 euros) y se vendieron en participaciones. Bastante gente ganó 250.000 pesetas (1.500 euros) y en aquella época un piso por esta zona valía unas 700.000 (4.200 euros). Ahora quiero dar el primer premio para coronar mi carrera», sentencia.

Bicicleta de montaña

Estudió en el Liceo y en el colegio de Tarrío. Su padre tenía claro que en su casa, o a estudiar o a trabajar, así que con 17 años Fran debutó en el mundo laboral en Musical 47. Corría el año 1978. Después en J. Cabarcos e Hijos, en una empresa de cuberterías de Culleredo, en el matadero de Conchado en el área de mantenimiento de frío... «Siempre entré y salí en todos los sitios por la puerta grande», asegura. Tiene tres hijos de 31, 26 y 11 años. La última, que se vacunó esta semana, es una niña preciosa fruto de su segundo matrimonio. «Me encanta practicar bicicleta de montaña y senderismo y tengo la suerte de que a ella también le gusta. Salgo bastante. También me gusta cocinar y hago una carne asada que rompe los esquemas», comenta con su alegría habitual. «En el negocio, de cara al público, hay que estar siempre de buen humor. Le digo a la gente que si no salga un momento, le dé tres patadas a una pared, y vuelva con buena cara», resume. Dice que su principal virtud es la nobleza e ir con la verdad por delante. Asegura que defectos tiene muchos. «Es nervioso y perseverante en exceso», comenta su hijo, que interviene en la charla en unos segundos en los que no hay nadie en la cola. «Yo también juego, claro. Pero sueño con dar el gordo para poder cambiar la vida de la gente de mi zona», sentencia Fran, un vecino y empresario de O Burgo de toda vida.