Ricardo Seoane Bustelo: «Mi cerebro sigue intentando engañarme para que consuma»
CULLEREDO
El formador sobre drogodependencias impartió una charla en el IES Universidade Laboral, dentro de la «Semana da saúde»
12 abr 2019 . Actualizado a las 10:03 h.Se adentró en el mundo de la droga con tan solo 13 años. Y lo hizo por la puerta grande: consumiendo heroína. Después de muchas recaídas, ahora, con 37 años, ha rehecho su vida y se dedica a contar su experiencia y a educar a los más jóvenes para que tomen conciencia de que las drogas matan. Este jueves impartió una charla a alumnos del IES Universidade Laboral de Culleredo, dentro de las actividades y charlas que pretenden promover hábitos saludables de la «Semana da saúde».
-Con 13 años era un niño...
-El padre de un amigo mío era traficante. En una redada los metieron a todos en la cárcel y a su hijo le encargó que le diera el dinero a su madre y se hiciera cargo de una bolsa con droga que había en el trastero. Había cocaína en crudo y heroína. Así que empezamos a inhalar hasta que acabamos todo el material. Los otros lo dejaron, pero yo seguí hasta muy mayor. Otro de los chicos, el hijo del traficante, volvió a engancharse a los 27 años y, a los 28, murió.
-¿Por qué vuelve a haber ahora un repunte de heroína?
-Por la crisis. Una papelina puede costar 10 euros, frente a los 60 o 70 que puede costar la de cocaína. Esperemos que no vuelvan aquellos tiempos, pero mucho me temo que se volverá a repetir la historia si no incidimos en prevención y formación.
-¿Y cómo se forma a un niño de tan solo 13 años?
-De 13 años y de menos. Pero también hay que formar a los padres, porque el diálogo con los hijos es la solución, no el castigo. Así, los jóvenes, desde muy pequeños, estarían preparados para enfrentarse a un problema tan grave como el de la droga.
-¿Qué es lo que más le preguntan los jóvenes?
-Sobre todo cuándo me di cuenta de que había tocado fondo. Lo que yo les traslado es que no se puede banalizar la droga. Vas aproximando los consumos y acabas convirtiéndote en un yonki para toda la vida. De hecho, hoy en día mi cerebro intenta engañarme para consumir. Y por eso sé que seré yonki toda la vida, aunque no me drogue.