«Non hai probas, pero estou convencido de que a miña cadela morreu envelenada»

Tobías Díez vive con su familia en O Burgo desde hace seis años. Y la semana pasada, como siempre, bajó a pasear a sus dos perras al paseo de la ría, entre la explanada donde se celebran las fiestas y las pistas deportivas. Cuenta que todo transcurrió con normalidad y que en alguna ocasión riñó a sus mascotas porque olisqueaban y cogían cosas que no debían. «Nada fóra do habitual», explica. Pero, al llegar a casa, la perra más pequeña y joven, una yorkshire de tres años que se llamaba Yara, se tumbó en el suelo y era incapaz de ponerse en pie. «Ao principio pensei que sería algún problema coa cadeira, porque hai tempo tivera un accidente. Pero non se tiña en pé». Con el susto, llamó al veterinario y quedó ingresada en una clínica. Aunque no hubo autopsia, le confirmó que posiblemente murió envenenada. Tobías explica que ante la posibilidad de que hubiera algún elemento tóxico en el paseo de la ría fue avisando de lo ocurrido a los dueños de otros perros. Tobías contó lo ocurrido en la Policía Local y, aunque no quiso poner denuncia, los agentes iniciaron sus pesquisas ante la alarma social creada. Desde el Concello de Culleredo confirmaron que no se encontraron indicios de que el perro hubiera sido envenenado y, ante la falta de una autopsia, denuncia o informe veterinario, concluyen que el supuesto envenenamiento es «una suposición». En este sentido, explicaron que ante cualquier sospecha o evidencia conviene presentar denuncia para que la investigación se haga por los cauces habituales. Aunque las advertencias de Tobías se interpretaron como «un bulo», él insiste en los hechos: su perra murió tras el paseo por el parque. «Antes estaba ben. Sei que non hai probas, pero eu estou convencido de que a miña cadela morreu envelenada».

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