26.000 personas viven solas en A Coruña

Mila Méndez Otero
mila méndez A CORUÑA / LA VOZ

CULLEREDO

ANGEL MANSO

El 20,5% de los hogares de la urbe están compuestos solo por mayores de 65 años

12 mar 2018 . Actualizado a las 00:22 h.

Durante siete años nadie notó la ausencia de Rosario, la mujer de 56 años que en julio del 2017 apareció sin vida en su casa de Culleredo. Su muerte es una de las consecuencias más trágicas de una realidad que se expande: la soledad entre los mayores. La ausencia de redes familiares condena al aislamiento a uno de los sectores de la población más vulnerables. En la ciudad de A Coruña 57.225 personas superan los 65 años, según el último estudio del Instituto Galego de Estatística (IGE). Son 1.037 más que en el 2015 y la cifra seguirá aumentando año tras año. Ahora, uno de cada cinco hogares del municipio, unos 20.997 de 102.388, están compuestos ya por vecinos que rebasan la franja de los 65, según el IGE.

El modelo británico

En el Reino Unido la respuesta a un presente y futuro inevitables ha sido el anuncio de la creación de una Secretaría de Estado de la Soledad. «Creo que todavía debemos de ser más ambiciosos. La soledad es un componente de la fragilidad. En Galicia debemos prepararnos para que el problema no nos sorprenda demasiado tarde. Apostaría por una Dirección Xeral da Fraxilidade», opina el gerontólogo José Carlos Millán Calenti. El profesor de la UDC dirige también la residencia coruñesa de La Milagrosa. «La vejez es el momento en el que nos volvemos más frágiles», continúa. Tanto por las «posibles lesiones y pérdida de autonomía», explica, como por la implicación emocional que supone afrontar esta etapa en solitario, «la más larga de nuestras vidas, si todo va bien». María Pilar Alzueta Menéndez es una de las usuarias del centro de día del que es responsable Calenti: «En casa estaba sola y me aburría. Mis hijos trabajan todo el día. Aquí puedo venir, hacer juegos de memoria que me gustan, estar con otras personas». Con 88 años, el paso del tiempo no le ha restado lucidez: «Eso sí, cuando anochece me vienen a buscar».

Para los que no tienen a mano un centro diurno o prefieren permanecer en sus hogares, la Xunta o la Cruz Roja disponen del servicio de teleasistencia. Solo en la provincia de A Coruña, 6.177 usuarios utilizaron los dispositivos de la asociación humanitaria en el 2016. María Garel Naveiras, de 82 años, es una de sus usuarias. Esta vecina de la calle Barcelona vive sola desde que tiene 60. «Tengo cinco hijos», reconoce con cierta resignación. «Yo a una residencia no quiero ir. ¡Soy mayor, pero no inútil!», exclama. No se despega de su medallón: «Cuando me siento sola los llamo y les digo: ‘Me duele el corazón derecho’».

Como María, casi 26.000 coruñeses, 25.970, conforman hogares unipersonales según el IGE. «La mayoría de los mayores que viven solos no es porque ellos así lo elijan», apunta Millán Calenti. La directora provincial del servicio de teleasistencia de la Cruz Roja, Laura de la Cruz Recio, destaca, sin embargo, que «muchos lo último que quieren es ir a vivir con sus hijos. Reivindican su espacio».

Reto sin precedentes

Los jubilados duplicarán a los jóvenes en Galicia dentro de muy poco, en el 2031, según las previsiones demográficas. El director del Grupo de Investigación en Gerontología de la UDC, Millán Calenti, es partidario de ampliar la red de ayudas a domicilio para las personas con menos dependencia. «Los centros de día y las residencias tienen que evolucionar a un modelo terapéutico, rehabilitador, más intervencionista y menos finalista», defiende. «Muchos de los problemas que tienen las personas mayores son reversibles. Debemos mejorar sus capacidades cognitivas y físicas», argumenta.

En la ciudad hay un total de 18 centros de día, dos de titularidad autonómica, uno municipal y otros dos financiados por el Ayuntamiento. El resto son privados o de asociaciones como Afaco. «Iría a un centro de día, pero no me llega la pasta», responde con soltura María Garel .La soledad no entiende de urbes ni de aldeas, aunque es más acuciante, si cabe, en las ciudades. «Hay un mayor individualismo», reconoce Millán Calenti. El desafío, concluye, va por diseñar un modelo capaz de cuidar a todos.