Los globos vistos en Alvedro eran para la fiesta de una niña que superó un cáncer

Elena Silveira
elena silveira CULLEREDO / LA VOZ

CULLEREDO

MARCOS MÍGUEZ

Los organizadores indican que para la suelta pidieron permiso a Aena y al Concello

11 oct 2016 . Actualizado a las 13:34 h.

María Luisa tiene 5 años. El pasado curso no pudo ir al colegio porque tenía que aprobar otra asignatura más importante: la de la vida. Y la aprobó el pasado mes de junio con matrícula de honor, cuando sus oncólogos le confirmaron «que estaba limpia», que ya no quedaba nada del cáncer de riñón que le encontraron o de la metástasis en los pulmones. María López organizó una fiesta por todo lo alto para celebrar el cumpleaños y la recuperación de su hija. A la casa de los abuelos acudieron más de un centenar de invitados (incluidos personajes de Disney) y hubo disfraces, música y también soltaron un centenar de farolillos de papel que causaron cierta alarma en el entorno del aeropuerto de Alvedro. De hecho, hubo llamadas de alerta por si interferían en los vuelos. «Pero no fue así. Nosotros organizamos todo con un mes de antelación solicitando los permisos pertinentes a Aena e incluso al Concello de Culleredo. Y la respuesta fue favorable».

Explica que siguieron las indicaciones marcadas: llamar 30 minutos antes al supervisor del TACC de Santiago y, 10 minutos antes, a la torre de control del aeropuerto coruñés. «La suelta estaba prevista para las 7 de la tarde, pero en la torre de control nos dijeron que teníamos que esperar. Y así lo hicimos, con muchos farolillos encendidos en la mano esperando el ok... Finalmente, el lanzamiento oficial fue a las 19.30 horas», recuerda María. «Pensamos por un momento que podríamos salir en las noticias por esto... pero en plan positivo, no por causar alerta. Por eso queremos aclarar que en ningún momento hubo riesgo y éramos conscientes y responsables del acto que organizamos», añade. La casa de los padres de María López está al salir de Vilaboa y subiendo por la carretera hacia Tarrío, en la cuesta de A Ermida. Casi pegada a la pista del aeropuerto. «Y ya sabíamos por otras veces, por haber echado fuegos de artificio, los requisitos que hay que cumplir», insiste. La fiesta, recuerda, fue todo un éxito y no solo acudieron alumnos del Obradoiro, donde María Luisa ha retomado sus estudios. También amigos, familia e todo el apoyo y cariño del personal de oncología pediátrica del Materno y del proyecto Quimions.

El tumor se lo detectaron a la pequeña con 3 años y medio en una revisión rutinaria

El pediatra de cabecera detectó un bulto sospechoso en el vientre de María Luisa en julio de 2015, durante «una revisión tonta porque la niña no comía bien». Así que, para salir de dudas, le hicieron unas pruebas en el Materno que confirmaron el peor diagnóstico para una niña de tan solo 3 años y medio: un tumor maligno. A los pocos días las malas noticias continuaron ya que detectaron metástasis en los pulmones y confirmaron un cáncer en grado 3 (el grado 4 es el más grave). La familia de María Luisa se trasladó desde Ferrol a la casa de los abuelos en Culleredo, para que las idas y venidas al hospital fuesen lo más llevaderas posible. La pequeña se sometió a ocho meses de quimioterapia, intervenciones quirúrgicas y miles de pinchazos en su pequeño cuerpo. «La verdad es que el proceso lo llevó bastante bien. María Luisa es una santa, muy buena, aunque hubo días de muchas vomitonas y noches de poco descanso. Pero como los resultados iban siendo buenos eso nos animaba a seguir adelante. No quiero pensar lo que sufren otros padres cuando la evolución del proceso no es tan bueno...», dice María López.

Ahora quedan los controles. Al principio muy intensos pero, poco a poco se irán espaciando en el tiempo. Hasta que le den el alta definitiva, que será dentro de 10 años al tratarse de un paciente pediátrico. María López suspira: «...A veces se me olvida lo que vivimos. Fue un año que ya pasó. Pero... ¡uf! No se lo deseo a nadie». Y mientras su madre habla, María Luisa juega con su hermana pequeña, María Dolores, el mayor apoyo durante su enfermedad junto a sus primos.