El Concello de Culleredo tomó esa decisición en abril de hace diez años
14 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.La Cros, ese esqueleto gigante de la arquitectura industrial pegado a la ría de O Burgo, era diana de las protestas vecinales. El complejo esperaba desde hacía años una obra para transformarlo en un centro cultural, y mientras, se había convertido en un foco de problemas.
Por eso, el Concello había decidido ponerlo en cuarentena. Para evitar que nadie se acercase a unas ruinas contaminadas y con evidente peligro de desprendimientos, las rodearía con un muro de dos metros de altura.
Así, cerrada a cal y canto, esperaría la Cros su rehabilitación. Faltaban aún cinco años para que se completase la primera fase de los trabajos. Y sería también la última hasta hoy, cuando las estructuras de hormigón siguen luciendo desnudas a la espera de que, si el plan ideado para ellas no cuaja, cualquier otro proyecto pueda devolverlas a la vida.