Carmen Pico Abad: «Desayuno con cúrcuma y pimienta negra»

CORUÑESES

ANGEL MANSO

Coruñesa de 55 años muy vividos, se hizo con la tienda más antigua de la ciudad casi por casualidad y ahora se propone crear el museo Azafranes Bernardino

02 dic 2019 . Actualizado a las 14:10 h.

Tiene 55 años muy bien aprovechados. De pequeña quería ser tendera y ahora lo es. «Es lo que más me gusta. Me lo paso bien con la gente. El negocio para mí es un juego. Soy superoptimista. Una sonrisa es algo que no cuesta nada y se contagia», me comenta Carmen Pico Abad. Digo que aprovechó su vida porque en unos minutos me cuenta distintas etapas por las que pasó esta exalumna del Liceo que estudió Relaciones Públicas. Su primer trabajo fue «en la clínica de papá. Mi padre era el doctor Picos (la gente lo conocía con el apellido en plural), que tenía la consulta en Alcalde Lens. Después empecé en el departamento de perfumería de El Corte Inglés, en Chanel y Paco Rabanne.

Eran muchas horas de trabajo y empecé con los laboratorios Roc y después Roche. Fui visitadora médica, monté el pub El Rectorado en la Ciudad Vieja, una bodega en la calle de la Merced y hasta una tienda de alquiler de triciclos eléctricos en Riego de Agua. Corría el año 2012 y no había normativa. Me adelanté al tiempo y perdí bastante dinero», relata. «Aprendí a base de equivocarme», confiesa esta coruñesa de la Gaiteira. Un buen día sucedió algo inesperado. «Fui a comprar pimienta a Bernardino y me quedé con el negocio», sentencia. 

Entre especias

Conversamos en el restaurante Brasa y vino, donde el amable camarero nos pone de tapa un pincho de tortilla y un guiso de choupa muy rico. Es una charla especiada. «Vendo muchísima cúrcuma. Y el azafrán sigue siendo muy demandado. Hay gente que lo toma en infusión para temas cardiovasculares. También es bueno para prevenir el Alzheimer y la degeneración macular. Las especias para callos las piden tanto locales de hostelería como particulares. Llevan comino, clavo y pimienta blanca. Es la misma fórmula que inventó Bernardino, pero no te desvelo las proporciones. Y en época de matanza se acerca gente de toda Galicia a por el pimentón. Tenemos envases grandes y es un producto seleccionado, que no lleva ni semillas, pieles ni rabitos. Buscamos lo mejor. La calidad no tiene fronteras. En este negocio la gente es fiel y exigente», resume.

Desde que le compró el negocio a la anterior propietaria lo gestiona con su hijo Iván, de 33 años. «Él se encarga de la fábrica en la Galera y yo de la tienda. Y tengo una supernuera», añade. Regentan, ni más ni menos, que el negocio más antiguo de A Coruña, el que fundó Bernardino, natural de Puente Genil, en 1800. «Hace poco nos vino a visitar un bisnieto, muy guapo por cierto, que vive en Alemania. Se emocionó mucho. Conservamos y utilizamos la misma maquinaria para moler, tostar y envasamos a mano como hace más de 200 años. Nos gustaría crear el museo Azafranes Bernardino y vamos a enviar cartas al Ayuntamiento, a la Diputación y hasta a Amancio Ortega», asegura. «Creo que atraería a mucha gente». 

Muchos proyectos

Carmen también es bajista y cantante del grupo Katy Blue y los gatos. «La vida es algo más que dormir, comer y trabajar. Me mata la rutina». Además del proyecto del museo quiere hacer un libro «con las recetas de las señoras que van a la tienda. Me encanta hablar con ellas porque creo que hoy en día se está deshumanizando todo», reflexiona. En enero empezarán con la página web y seguirán apostando por las hierbas medicinales. «No tengo sangre de Bernardino pero pienso como él», afirma. Le gusta el azafrán, los callos de la cervecería El Real de los Olmos. «Los mejores locales de hostelería me compran. No solo las especias, también los garbanzos», destaca.

Desayuna con cúrcuma, pimienta negra y aceite de oliva y cuando puede escucha el My Baby Just Cares For Me de Nina Simone. Así es Carmen, que se vuelve loca con unos buenos percebes o unos camarones. «Se lo digo a mi marido, a mí no me vengas con un ramo de flores».

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