Gorka Rodríguez: «Aunque el local está siempre lleno, no somos millonarios»

Pablo Portabales
P. Portabales A CORUÑA

A CORUÑA

MARCOS MÍGUEZ

El cocinero de A Pulpeira de Melide, que ha pasado por tres de los mejores restaurantes del mundo, reclama más tiempo libre para disfrutar de su hija de dos años

29 sep 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay días que en A Pulpeira de Melide llegan a dar de comer a mil personas. «La verdad es que trabajamos bien desde que abrimos. El 1 de diciembre hace 9 años. Mis amigos me suelen decir 'estás forrado' y yo les contesto que si lo estuviese no dedicaría 14 horas al trabajo sin apenas tiempo para ver a mi hija. Aunque el local está siempre lleno, no somos millonarios. Da para ganar unos sueldos dignos», reflexiona Gorka Rodríguez Rodríguez, quinta generación de una familia de pulpeiros. «El olor a pulpo lo tengo metido en la nariz. Recuerdo hace años cuando lo guardábamos en casa y convivía con ese aroma intenso. Cuando lo cueces es distinto y apenas huele en el restaurante, pero lo llevo impregnado», asegura Gorka, que reconoce que «nunca lo como fuera de casa. A nuestro negocio viene gente de otras pulpeiras, pero yo no lo pido en otros sitios», apunta con su estilo directo y natural. Habla con contundencia de todo. Del negocio, de las redes sociales, de la familia… «Creo que hay que ponerse al nivel de Europa y cumplir la legislación en materia de horarios. Se trata de trabajar 40 horas semanales. Hay que controlar los horarios y profesionalizar el sector. Lo que sucede es que un sistema de turnos implica aumento de precios».

Deporte y paternidad

Tiene 35 años y una hija, Candela, que cumple 2 en diciembre. «No se puede estar tantas horas en el restaurante. Cuando no tienes hijos te da un poco igual, pero ahora… Solo la puedo ver el día libre y si me escapo para recogerla en la guardería», se lamenta. También intenta encontrar algo de tiempo para hacer deporte. «Hago de todo, boxeo, pádel, bicicleta y, ahora, estoy corriendo entre 40 y 50 kilómetros semanales. Lo hago para no coger peso porque al nivel que como tengo que hacer deporte. Me gusta de todo y el buen vino. El bacalao y el cordero es lo que menos me atrae», confiesa Gorka, que se apuntó a dos carreras. «Tengo unos colegas que también van y eso me obliga a entrenar para no quedar a la altura del betún», comenta sonriente. «También me gustaría jugar la pachanga de fútbol con los amigos, pero suelen quedar el fin de semana que es cuando hay más trabajo», asegura este cocinero, ex media punta del Imperátor. Estudió en A Sardiñeira y en el antiguo colegio de Os Mallos. Siempre le tiró el mundillo de la hostelería «pero me daba cuenta por mis padres de lo duro que es. Como mi hermano es policía local pensaba en sacar una oposición para tener tiempo libre. Como no le tenía claro me matriculé en hostelería. Estudié en Santiago y en el Paseo de los Puentes», recuerda Gorka, que tuvo la oportunidad de formarse en tres restaurantes de nivel planetario, Mugaritz, Celler de Can Roca y Noma de Copenhague. «Me di cuenta de que iba a ser cocinero en los nueve meses que pasé en el Mugaritz», recuerda.

Críticas injustas

Después de formarse en los mejores restaurantes se incorporó al proyecto de la pulpeira. «Aquí fue donde me hice cocinero de verdad. Me costó encontrar mi sitio. Trabajar con la familia es complicado si cada uno no tiene claro su papel. Cuando se jubilen mis padres, Alba, mi mujer, se encargará de la sala, y yo no voy a poder estar picando cebollas», analiza. Dice que su principal virtud es su capacidad de trabajo y su defecto más destacado es «la poca paciencia». En plataformas como Tripadvisor hay miles de opiniones sobre su negocio. Buenas y malas. «Me parece injustísimo. Hay gente que te puede hacer la puñeta sin enseñar un ticket del local. Hay personas que le dicen al camarero que si no invitamos a los chupitos nos van a poner a parir en las redes. Pagan sus frustraciones con nosotros», asegura sin abandonar nunca su media sonrisa provocadora.