Poco explotamos la historia de A Coruña

Alfonso Andrade Lago
Alfonso Andrade CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA CIUDAD

Detalle de una litografía de Vicente Urrabieta que recrea la salida del puerto coruñés de las siete naves de la armada de Loaísa
Detalle de una litografía de Vicente Urrabieta que recrea la salida del puerto coruñés de las siete naves de la armada de Loaísa

Episodios extraordinarios como los de Elcano o Von Humboldt pasan casi inadvertidos a nivel turístico y patrimonial

10 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Juan Sebastián Elcano, el primer navegante en circunvalar la Tierra, hizo un segundo intento desde Coruña tres años después, en 1525. Sabía que se arrojaba al corazón de las tinieblas, el cabo de Hornos, e intuía que allí moriría, por lo que antes de zarpar se encomendó a Dios en la iglesia de Santiago y pidió también a los franciscanos que rezasen por él cada día. De poco sirvió. En efecto, allí murió.

El libro Galicia y la segunda circunnavegación a la Tierra. Siglo XVI, de Santiago Juega Puig, presentado en la Autoridad Portuaria, recoge aquella gesta de hace 500 años, cuando los navíos eran cáscaras de nuez y el espíritu de aventura se pagaba con la tumba.

El de Juega no es cualquier libro. Este episodio fascinante nos pone ante el espejo de la realidad: lo mal que conocemos la historia de nuestra ciudad y el escaso partido que le sacamos a nivel turístico, educativo y patrimonial.

El sueño de gloria de Elcano, que idealizaba las islas Molucas y un lucrativo comercio de especias, no es un pasaje aislado en una ciudad rebosante de historia. El científico alemán Alexander von Humboldt inició en Coruña su viaje de exploración por América (1799). Antes se alojó 12 días en la fonda y café El león de Oro de la calle Real. Otra ruta urbana que está por descubrir.

Mal explotamos una historia plagada de personalidades ilustres desde tiempos de Julio César. Poco sabemos, por ejemplo, de la judería coruñesa, vinculada a una joya como la Biblia Kennicott. Como poco sabríamos de la batalla de Elviña —admitámoslo— si los animosos partisanos de The Royal Green Jackets no se hubiesen tomado la molestia de rescatar en su día las tribulaciones del valiente Sir John Moore.

¿Lo positivo? Que siempre es buen momento para remediarlo.