«Un cuchillo es excepcional, pero puede ser un cinturón o unas llaves. Debemos garantizar que a un paciente se le retire cualquier elemento peligroso para él y para los demás»
A CORUÑA CIUDAD

El Chuac extiende el botón del pánico en urgencias y salud mental, refuerza la vigilancia y analiza cómo reforzar los circuitos seguros para evitar agresiones. Los sindicatos, que critican la falta de soluciones a las agresiones, convocan una nueva manifestación este jueves
25 mar 2025 . Actualizado a las 14:33 h.Coincidiendo con la celebración de una nueva reunión del comité de seguridad y salud, la cuarta en las últimas semanas a raíz del acuchillamiento el 3 de febrero de un enfermero en urgencias del Chuac en un ataque en el que también resultó herido un vigilante de seguridad, María José Pereira, jefa de Medicina Preventiva y Salud Pública, valora la relevancia de lo ocurrido, algo «lo suficientemente serio como para atajarlo de una forma técnica y profesional y como para que no se instrumentalice».
Más de mes y medio después del grave episodio, la Xunta de Persoal del área sanitaria ha convocado una nueva manifestación para este jueves, respaldada por colectivos como SOS Sanidade Pública, que se desarrollará a las 12.00 horas en el propio Hospital A Coruña, en el Virxe da Xunqueira de Cee, pero también ante los centros de salud de atención primaria. A juicio de los sindicatos, el incremento de agresiones a profesionales de la salud «non é casual, a falta de personal, a alta carga de traballo e os espazos inadecuados son unha das causas», señalan los representantes laborales, que también critican «a falta de medidas e protocolos claros».
Frente a ello, entre las medidas en marcha, María José Pereira alude a la extensión del botón del pánico en urgencias y consultas de psiquiatría, también en el Hospital Teresa Herrera y el Virxe da Xunqueira de Cee, que «se ampliará a otras áreas», al incremento del personal de seguridad, a nuevas sesiones formativas «con interlocutores policiales que ya se venían realizando» y también a la mejora del denominado circuito seguro. «No solo nos preocupan los profesionales, tenemos que revisar la forma de atención no solo en urgencias, sino en otros departamento porque interactuamos con pacientes y sus familiares, es necesario para el paciente, para su entorno y para los trabajadores», recalca.
«Ya hay un circuito para pacientes potencialmente agresivos donde se definían los puntos de atención, lo que se ha hecho es valorar otra serie de medidas para maximizar la protección», indica Pereira, que recuerda que la agresión al enfermero «se produjo en un punto de atención segura, con profesionales que conocían la situación del enfermo, con guardias de seguridad en la puerta… Teníamos identificada esta situación, pero a pesar de eso ocurrió». Por ello, «tenemos que valorar por qué todas nuestras barreras no fueron suficientes», agrega, de modo que «estamos viendo cómo hacer que estos pacientes no puedan entrar sin garantizar que no llevan un elemento de riesgo».
«Esa navaja nos preocupa por los profesionales, pero también por el propio paciente y por los demás enfermos», incide antes de subrayar que «un cuchillo es excepcional, pero puede ser un cinturón con el que pueda apretar o unas llaves», dice. Profesionales y dirección entienden que «va a ser muy necesario y debemos garantizar que al paciente potencialmente agresivo se le retire aquel elemento que pueda traer y ser peligroso para él o para los demás».
Cómo se llevará a cabo ese control es algo que deberán decidir los técnicos para valorar en qué momento y de qué manera, pero en cualquier caso incide la doctora en no señalar exclusivamente a determinados cuadros. La agitación y la potencial peligrosidad pueden darse en cualquier persona en situación vulnerable, que sufre un deterioro cognitivo por patologías no exclusivamente psiquiátricas y que, en un momento dado, «no es consciente de su comportamiento ni de sus actos». Y las situaciones críticas, añade Pereira, se dan no solo con los enfermos, sino también con los familiares y acompañantes.
El comité de salud y seguridad laboral, del que forma parte, revisará también el avance de las medidas adoptadas «de forma urgente desde la gerencia», apunta, después de lo sucedido el pasado febrero con las aportaciones del propio comité, la unidad de calidad y los profesionales implicados en el incidente. «Como accidente de trabajo se agiliza todo el procedimiento de denuncia, pero se quería abordar por qué se actuó así y no de otra forma, teniendo en cuenta todos los directamente implicados y acudieron todos presencialmente; del análisis se derivan propuestas de atención en relación con la organización de la atención, los factores humanos y con la estructura del propio servicio», indica.
Insiste Pereira en que «en ningún caso estos análisis buscan establecer culpables, partimos de un principio básico fundamental: trabajamos con personas en situación deteriorada, no solo debido a enfermedad mental, sino con procesos patológicos que hacen que no sean conscientes de sus actos y comportamientos. Los profesionales sanitarios somos conscientes de eso y de hecho la mayoría de agresiones los profesionales las dejaban pasar, porque entendían que estaban dentro de lo que podía pasar». No obstante, considera que debe recordarse que «es fundamental que la organización garantice que no sufran estas situaciones y todos tenemos que trabajar en la misma línea». «Esto no debe de ocurrir y no lo podemos permitir, pero hay que ser conscientes del volumen de interacciones que tenemos en un centro como este, vemos más de 800.000 personas en consulta, más de 40.000 ingresos, muchas interacciones no son solo con pacientes, sino con familiares de los pacientes, que a veces son un problema añadido. Si el análisis es solo cuantitativo, el porcentaje, aunque cualquier incidencia es importante y no debe permitirse, es muy limitado». A este respecto, recuerda que que el año pasado «en toda el área sanitaria se registraron nueve denuncias por agresiones, que son muchas, son situaciones muy desafortunadas, muy tristes, pero limitadas».
La dirección del Chuac señaló también que «os nosos pacientes, na súa mayoría, son personas respetuosas», y destacó que en la reunión del comité de seguridad se informó acerca de las diez medidas que «con carácter inmediato» se pusieron en marcha, así como sobre las propuestas y en estudio, con la intención de «seguir a traballar conjuntamente cos representantes dos traballadores».
En este sentido, la gerencia destacó que además del gasto en seguridad privada, cuatro millones anuales en el área sanitaria, «hai que fomentar as medidas disuasorias e a formación». Entre las ya impulsadas, enumeró el apoyo psicológico, la revisión de los protocolos de actuación, las obras para la nueva unidad de salud mental en Oza, los programas formativos con la policía, el trabajo coordinado con la Fiscalía o «a consolidación e incremento de dous efectivos de seguridade en urxencias cunha segunda presenza de 12.00 a 00.00, tramo horario de maior afluencia de pacientes», una dotación que, según el centro, supera en efectivos a la de hospitales como los madrileños Doce de Octubre o Ramón y Cajal.