Casi mil muertos en A Coruña, el balance del covid 5 años después

C. Devesa A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

El confinamiento vació las calles de A Coruña, como la céntrica avenida de la Marina (a la izquierda), que este viernes lucía llena de gente (derecha)
El confinamiento vació las calles de A Coruña, como la céntrica avenida de la Marina (a la izquierda), que este viernes lucía llena de gente (derecha) C. Quian / E. Pérez

La pandemia congeló las calles y llenó las ventanas, donde los coruñeses tiraron
de ingenio, confinados 3 meses y 8 días. «Hay días en los que no puedo moverme de la cama», dice Gosia Tarebacz, paciente de covid persistente

15 mar 2025 . Actualizado a las 11:07 h.

«Normalidad absoluta en el primer día de confinamiento en casa». Así relataba La Voz el inicio del encierro en la ciudad en el marco del estado de alarma decretado por el Gobierno el 14 de marzo del 2020 por la pandemia del covid, que se saldó con la muerte de 943 personas en el área sanitaria de A Coruña y Cee. La cifra más alta de toda Galicia. La última defunción se comunicó el 27 de junio del 2023.

El inicio del encierro coincidió en sábado, jornada en la que habitualmente las calles, sobre todo las del centro, se llenan de coruñeses para pasear, ir de compras tomar algo o salir de fiesta con los amigos. Sin embargo, hace 5 años nada de eso podía hacerse y las vías se vaciaron. La mayoría de ciudadanos cumplieron las normas y solo salieron de casa para lo justo, tal y como narraba el periodista de La Voz, Alberto Mahía, que apuntó que A Coruña se convirtió aquel día en «una «ciudad desierta que solo pisó la calle para comprar pan y sacar al perro». Durante los tres meses y 8 días que duró el confinamiento, la vida de los coruñeses se congeló. Las clases se paralizaron dejando a los niños atrapados en sus casas y a unos padres sin saber que más inventar para entretenerlos mientras compaginaban su cuidado con las obligaciones laborales, que algunos pasaron a hacer en remoto.

Otros tuvieron que seguir saliendo para estar al pie del cañón: sanitarios, policías, bomberos, pero también todo el personal de negocios de alimentación y servicios. Con ellos tenían una cita el resto de ciudadanos todas las tardes a las ocho. Entonces salir a la ventana para aplaudir su labor se convirtió en una cita obligada que, con el tiempo, pasó a ser la happy hour. Ese momento del día ue compartir con los vecinos al ritmo de música.

En muchos barrios de la ciudad, como la plaza del Comercio, los residentes decoraron los balcones con globos y desde ellos se comunicaban. Así, los fines de semana jugaban al veo, veo. Desde las ventanas salieron también nuevos talentos, como el Freddy Mercury de Monelos, el disyóquey Iván Posse, que comenzó poniendo música y acabó imitando la icónica actuación de Queen en el estadio de Wembley en 1985, en Londres, con la ayuda de todos sus vecinos al coro.

Esos días de confinamiento los cristales de los edificios se llenaron de dibujos de los niños con mensajes de ánimo. Muchos vivieron su cumpleaños encerrados, como Javier Quintana Rey, que sopló 11 velas escuchando a sus vecinos de Los Rosales cantarle el clásico cumpleaños feliz. Pero no solo se festejaron aniversarios, ya que incluso hubo bodas. Fue el caso de Alba Díaz, de la empresa de organización de eventos Frida Kiwi. Ella y su pareja iban a darse «el sí quiero» el día que se decretó el estado de alarma. Finalmente se casaron, pero por la ventana.

Gosia Trebacz paciente de covid persistente: «Hay días en los que el dolor es tan fuerte que no puedo moverme de la cama, pero gracias a mi perro lo hago»

Gosia Trebacz, artista afincada en la ciudad, dice que crear es su mejor terapia
Gosia Trebacz, artista afincada en la ciudad, dice que crear es su mejor terapia ANGEL MANSO

Fue de las primeras personas en sufrir el covid en la ciudad. «En el hospital pensé que me moría», recuerda Gosia Trebacz, artista de origen polaco que, tras abandonar el centro médico, pasó dos meses con fiebre y sin moverse de cama. Así, adelgazó 15 kilos. Ahora, cinco años después, recuerda que la alerta sanitaria ha desaparecido, pero la enfermedad no. «Tengo covid persistente», apunta la mujer.

Debido a la enfermedad, convive a diario con el dolor. «No es algo que recuperes con descanso. A veces es tan fuerte que te levantas más cansado que si no te hubieras acostado. Es cíclico: hay días en los que no puedo moverme de la cama, pero gracias a mi perro, lo hago. Levantarse, ducharse con agua caliente, que alivia el dolor, y decir en alto : “No me duele nada”. Es mi manera de engañar al cuerpo», indicó Gosia en el programa Voces de A Coruña, de Radio Voz.

La artista confesó que su mejor remedio es trabajar. «Cuando estoy creando, el dolor se siente, pero mientras camino, duele mucho más. Entonces prefiero encerrarme en el estudio, crear y hacer proyectos». Debido a la enfermedad, Gosia explica que cualquier esfuerzo, «por pequeño que sea, se traduce en una rotura de fibras». Por eso insiste en que se siga investigando sobre la dolencia. «Voy a fisioterapia respiratoria, que me ayuda y alivia mucho, pero no cura».