
Con la obra de reurbanización por fin terminada se dibuja una nueva era
07 mar 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Hubo un tiempo en el que San Andrés era un vial de esos por los que caminabas con excitación. Figuraban en la zona noble del callejero coruñés Juan Flórez, la Real y los Cantones, claro. Pero muchos sentíamos una especial predilección por San Andrés, la indie de las calles emblemáticas. Es la que recorríamos para ir a Discos Portobello. Cuando se veía el mítico cartel de La Poesía —el nombre más guay de la historia mundial de las librerías— había que doblar a la izquierda. Antes, la mirada pasaba por aquellos comercios de toda la vida, como El Barato Mercantil, Nueva York en Coruña y La Marola con su añejo letrero de «precio fijo».
San Andrés marcaba la frontera de la mala vida. Hacia la calle Real, todo eran zapaterías, joyerías y gente bien. En dirección al Orzán, se encontraba la sordidez. Prostitución callejera, bares muy poco recomendables y casas que se caían a pedazos. Atravesar aquello, confiado y sin miedo camino de los pubs, equivalía a un certificado de adultez. Lo obtuvimos, claro, y vimos como aquella calle que dejábamos atrás se apagaba poco a poco. Cerraban los cines Tom y Jerry. Cerraba Pascual. Cerraba la cafetería Savoy. La gente añoraba el esplendor de El Arca de Noé, Simeón Nuevo Mundo, La Espuma y For. Sombra de su pasado, San Andrés se convertía así en el gran símbolo de la crisis del comercio local. Carril bus. Persianas bajadas. Párking exprés. Semipeatonalizaciones. Cierto resurgimiento. Y ahora la obra, al fin terminada, que dibuja una nueva era. ¿Volverá a brillar? Muchos seguiremos buscando la excitación de caminar por allí. Viendo como siguen ahí, al pie del cañón, La Crisálida y Cándida. Parando en el Macondo a tomar un café y hojeando allí el libro recién pillado en Moito Conto. Que así sea.