Dejad ya el móvil de una vez

Javier Becerra
Javier Becerra CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA CIUDAD

JOSÉ PARDO

En la fantasía de la comunicación permanente parece que nos hemos olvidado precisamente de comunicarnos con quien tenemos enfrente

14 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Voy por los pasillos de Marineda City. Una manicurista se afana en limar las uñas de una clienta. Esta habla enérgicamente, pero hay una disonancia. Ni siquiera mira a la chica. Claro, charla a través de unos auriculares inalámbricos con alguien que no es precisamente quien la embellece. En el Mercadona tropiezo con otra escena chocante. Una mujer lleva el carrito con una mano y con otra sujeta el móvil, desde el que participa en una videollamada. Una señora mayor le habla desde el otro lado del Atlántico, deduzco por el acento. Con pudor escucho la conversación. Hasta veo la cara de la persona en la pantallita. La escena me recuerda a otra en el Style Outlets, donde presencié atónito una suerte de retransmisión de la compra. De mandar una foto de la prenda hemos pasado a emitir en directo. Enfocando cada zapatilla deportiva para que otra persona la valide y estableciendo un diálogo para el deleite de los demás.

No hace falta acudir al recuerdo para seguir en la distopía. En el bus se sienta un hombre a mi lado. Manda audios de WhatsApp en voz alta y escucha, también en altavoz, los que le contestan. Todo el bus nos enteramos de sus problemas de trabajo. Al final, cuando voy al Gadis de abajo de mi casa, me tropiezo con otra mujer en la caja. Va colocando las cosas en la cinta, mientras raja a gusto por el móvil de un compañero de su departamento del Ayuntamiento. Le preguntan si quiere bolsa. No se entera. En la resignada cara de la cajera, que debe convivir con esa sensación de invisibilidad a diario, se puede leer claramente: «¡Deja el móvil de una vez!». Y es que en la fantasía de la comunicación permanente parece que nos hemos olvidado precisamente de comunicarnos con quien tenemos enfrente.