Mar Tomás, investigadora del Inibic: «En año y pico podríamos estar desarrollando fagos en A Coruña contra las bacterias multirresistentes»
A CORUÑA CIUDAD

La microbióloga ofrece este martes en el Muncyt una conferencia sobre terapias avanzadas para hacer frente a la que, según la OMS, es una de las diez principales amenazas de salud pública a las que se enfrenta la humanidad
11 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.María del Mar Tomás Carmona es microbióloga del Chuac y coordinadora del grupo de investigación Microbiología Traslacional y Multidisciplinar (MicroTM) del Inibic de A Coruña, además de portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica. Este martes, a las 19.30, ofrecerá en el Muncyt una conferencia organizada por la Fundación CorBi sobre bacterias resistentes y nuevas terapias avanzadas para hacer frente a unos patógenos que ya causan 4.000 muertes al año solo en España y que la OMS considera como una de las diez principales amenazas de salud pública a las que se enfrenta la humanidad.
—¿Seguimos sin ser conscientes de lo que suponen las resistencias a los antibióticos?
—Ha salido un estudio a partir de 150 hospitales de España que establece que la muerte asociada a bacterias resistentes es ocho veces más que la estimada. El problema está en España, en Europa y en el mundo, ¿Qué está ocurriendo? Probablemente, hay programas de administración antibiótica que han evitado la expansión de algunas, pero también hay bacterias de la comunidad que provocan, por ejemplo, neumonía e infecciones de transmisión sexual que se han hecho resistentes. Es decir, esto ya no es solo un problema de los hospitales. Incluso hasta la tuberculosis empieza a ser resistente a gran parte de los tratamientos con los que se conseguía frenar.
—¿Qué bichos le preocupan más?
—La OMS ha establecido tres patógenos críticos, dos son hospitalarios, pero el tercero ya es del ámbito comunitario. El primero es el Acinetobacter baumannii porque no existe tratamiento. A continuación están los enterobacterales resistentes a carbapenémicos, pero el tercero ya es la tuberculosis. Esos son los críticos, pero es que después vienen los prioritarios: la Pseudomona aeruginosa, que ya esta fuera hospital, el gonococo, que provoca la infección de transmisión sexual, y luego los patógenos responsables de gastroenteritis, como la salmonela, que antes no estaban en esta categoría. La imagen es que el problema se extiende y no solo en el hospital.
—¿Qué se puede hacer?
—Hay medidas que las instituciones y los gobiernos han empezado a llevar a cabo. Primero, necesitamos agilizar la detección mediante test rápidos innovadores, con CRISPR-C o con las PCR que se popularizaron con el covid, pero adaptadas. Eso nos permite detectar rápidamente y tratar rápidamente, evitar brotes, ya sea en la uci o en el ámbito comunitario. Luego, hay que mejorar el uso de antibióticos con programas PROA (programas de optimización del uso de antimicrobianos) validados por la Agencia del Medicamento para los profesionales sanitarios, para que usen los adecuados según cada infección. Y en tercer lugar, está la inversión en programas de innovación y desarrollo de nuevos tratamientos, que es donde nosotros trabajamos más.
—¿Y cómo van?
—En el último año han aparecido nuevos tratamientos, que son combinación de fármacos ya conocidos. Lo que quiere ahora la comunidad científica es lograr nuevos tratamientos con nuevas bases moleculares que las bacterias no conocen.
—Ahí entra la fagoterapia, en lo que su grupo está especializado.
—Sí, ahí entra la fagoterapia. Ahora España está haciendo una inversión importante de dinero en un proyecto nacional del que somos coordinadores. Se basa en la medicina personalizada y estamos trabajando en el establecimiento de bases para su aplicación.
—Llevan muchos años con esta línea, ¿en qué punto están?
—¡Muchos, 19 años ya! Estamos en un punto en que Europa acepta los fagos, un tipo de virus que infectan específicamente a las bacterias, como un medicamento. Para desarrollarlos, exige toda la regulación del medicamento, hay que cumplir todas las características y exigencias para producir estos virus, con todos los procedimientos e instalaciones de calidad.
—¿Qué necesitan para hacerlo?
—Hemos conseguido financiación a través de una convocatoria internacional con más de 62 países. A través de un consorcio internacional, con investigadores de Israel, Inglaterra, Polonia y Bélgica y con el Inibic de A Coruña coordinando. Lo que queremos es desarrollar productos concretos basados en una estrategia molecular concreta. Vamos a ir a por la eliminación de bacterias resistentes responsables de infecciones crónicas. Vamos a poner a punto esto para la aplicación en centros de terapias avanzadas, que son los que cumplen los requisitos. En España ya los hay, que es donde ya se aplican las CAR-T frente a los tumores. Estos centros reúnen características para producir la fagoterapia. El Instituto de Salud Carlos III está desarrollando uno en Madrid, pero la idea es poder contar con una red de centros de terapias avanzadas. Nosotros estamos poniendo a punto la tecnología para desarrollar los fagos en esta línea de terapias avanzadas.
—¿Cómo se desarrollan esos fagos capaces de inactivar a las bacterias resistentes?
—Los fagos son virus que están por todas partes, incluso en nuestro cuerpo. Nosotros hacemos combinaciones entre ellos para aumentar su eficacia. Podemos utilizar los naturales, en acciones sinérgicas y que combatan las bacterias. Pero además tienen una acción sinérgica con los propios antibióticos. Las convocatorias europeas con importante financiación son para adaptar tecnologías a este tipo de centros y desarrollarlos. Lo que hacen es que la bacteria se vuelve otra vez susceptible a antibióticos que ya se conocían, pero que multiplican su poder con los fagos.
—Así explicado parece sencillo, pero el proceso no ha de serlo, ¿no?
—El proceso es muy complicado porque tiene que pasar todas las fases de calidad que exige la Agencia del Medicamento para su aplicación en humanos. Queremos una regulatoria completa para esta terapia y que llegue de forma semejante a lo que se hace ya con las CAR-T para el cáncer. Podrían ser medicamentos específicos, es probable que vayan a determinados pacientes, pero si conseguimos un producto muy potente podría ir a varios o a un tipo específico de infección, aunque tiene tendencia a ser una terapia personalizada.
—¿Se atreve a dar una fecha en la que podrían estar fabricando esas nuevas armas contra las bacterias multirresistentes?
—De aquí a un año y algo puede haber resultados prometedores y crearse una red de centros de terapia avanzada con fagoterapia. Entrar en las convocatorias del Carlos III y en el ciber, donde ya están los del cáncer, poder integrarnos en esas redes nos permitirá crecer más rápidamente. En año y pico podríamos estar desarrollando fagos en A Coruña… Si gracias a acciones internacionales podemos avanzar más rápidamente, crearemos bancos internacionales, lo que nos dará mayor rapidez para desarrollarlos. Georgia, por ejemplo, ya tiene un hospital solo para fagoterapia, con su planta, que administra también antibióticos. Tienen farmacia para administrar ya de forma ambulatoria. Pero se está viendo que el resto del mundo está potenciando todo esto a través de la colaboración pública-privada. Necesitamos también apoyo de las empresas, que a nivel veterinaria ya está abriendo líneas. Pero nosotros somos clínicos y las exigencias para administración humana son muy estrictas, lógicamente. Hay ya acciones globales y las empresas van a terminar interesándose.
—Después de casi dos décadas trabajando en ello, ¿qué se sabe de la eficacia?
— Hay estudios clínicos con más de 100 pacientes, en los que nosotros participamos, que establecen que la eficacia de erradicación es del 65 % y la mejora clínica está por encima del 70 % contra la Pseudomona aeruginosa, la Klebsiella y algunas cepas de estafilococo. Lo que se vio es que la principal acción es sinérgica con antibióticos, y que las resistencias se salvan precisamente con la combinación de fagos y medicamentos ya conocidos.
—¿Ve próxima la aplicación aquí en humanos?
—En Estados Unidos hay mucho potencial y ya han creado empresas de fagoterapia. Europa esá apostando con convocatorias específicas de fagoterapia… Va a terminar llegando. Va todo tan rápido… En los últimos cinco años el crecimiento ha sido exponencial. Y como han avanzado tanto las terapias avanzadas en tumores, en inmunoterapia, hay perspectivas a medio plazo. Lo que quiere Europa es regularizarlo, con un número de centros determinado que puedan hacerlos y crear redes de calidad para poder administrarlos a pacientes con eficacia y seguridad.
—¿Y el papel del Inibic es?
—Hemos obtenido financiación en bastantes convocatorias. Somos de los pocos grupos con experiencia en este campo, somos referentes a nivel nacional e internacional, y coordinadores de proyectos.
—¿Qué es lo más urgente para seguir avanzando?
—Necesitamos, sí, mejorar. Con apoyo por parte de las instituciones sanitarias, necesitamos tener instalaciones para poder ayudar a centros de terapias avanzadas a desarrollar los fagos.
—¿Tendrán que esperar al Novo Chuac, que prevé un edificio propio para investigación?
—Esperamos que no. Esperamos que antes al menos nos den salas blancas libres de cualquier contaminante que pueda alterar un producto que es médico, la fagoterapia. Necesitamos esas instalaciones para ayudar a centros de terapias avanzadas porque hay muy pocos grupos en España que pueden desarrollar estas terapias. Necesitamos una zona, que no tiene porque ser muy grande. En cuanto la tengamos, podremos producir fagos y trabajar en el desarrollo de terapias para cantidad de infecciones que causan tanta mortalidad.
—¿Tienen alguna bacteria en especial como objetivo prioritario?
—Sobre todo trabajamos con la Klebsiella pneumoniae y el Acinetobacter baumannii, pero tenemos librerías de fagos. También investigamos frente a gram positivo, enterococos…Podremos hacer frente a cualquier bacteria y no con un coste excesivo. Por eso esta terapia favorecería muchísimo económicamente el abordaje de infecciones crónicas de larga duración, como las vinculadas a patologías protésicas, a la fibrosis quística… Queremos que sean equipos multidisciplinarios. En mi grupo hay doce personas, biotecnólogos, biólogos… Yo soy la única médica, pero hay dos farmacéuticas y luego en el ciber de infecciosas hay infectólogos, microbiólogos, etcétera. Y colaboramos con muchos hospitales españoles. Nosotros somos microbiólogos y buscamos desarrollar el producto final, pero necesitamos a los farmacéuticos hospitalarios, a los infectólogos, necesitamos equipos multidisciplinares…