Cuando en A Coruña se cazaban ranas en el río y las tiendas de la avenida de Monelos eran colmados
A CORUÑA CIUDAD
A lo largo de la avenida tan solo quedan en pie tres antiguas casas de planta baja
11 ene 2025 . Actualizado a las 22:33 h.La gente mayor tiene un recuerdo muy vivo de cómo era antaño la avenida de Monelos. Rememoran una larga calle adoquinada que subía hasta Eirís, con pequeñas casas bajas a los lados, rodeadas de fincas y huertos, donde los niños podían jugar con la pelota sin miedo a ser arrollados por los coches. Una época en la que todo el mundo se conocía por el nombre, el apodo o el apellido, y en la que bajaba «limpio y cristalino» el famoso río que ya nadie ve porque desde hace años transcurre canalizado por debajo del asfalto.
Solo las personas mayores, las fotos antiguas y los pocos inmuebles antiguos que quedan son testigo de aquella época. La presidenta de la Asociación de Vecinos Monelos-Fuente de las Pajaritas atesora en la agrupación algunas de esas imágenes. «En esta se ve el antiguo y enorme lavadero que había en la parte baja del parque de Oza, detrás de Os Belés. En esta otra se ve la actividad comercial y empresarial que había en la avenida y cómo eran antaño las casas, con fachada pequeña pero muy alargadas hacia la parte trasera...». Un testimonio gráfico que ella misma adorna con sus propios recuerdos: «Estaba el Cine Monelos en la calle Caballeros, muy cerca de la actual estación de buses. También el antiguo mercado de Elviña, más o menos donde está hoy el centro cívico. Y multitud de lavaderos por toda la zona...».
Las pérticas del trolebús
También José Martínez, con 82 años cumplidos, explica que el trolebús bajaba por la avenida y daba la vuelta delante de las antiguas placeras, donde hoy está la rotonda frente a los ministerios. «El revisor tenía que bajarse porque, al girar, las pértigas se desprendían y tenía que volver a colocarlas. Y cuando pasaban los troles o los coches hacían mucho ruido porque era todo adoquines», recuerda. Cuando era pequeño cazaba ranas entre los juncos del río, corría entre pozos artesanos y paseaba junto a granjas de animales. Ahora, al ver las últimas casas que quedan abandonadas, le entra «la morriña».
Tiendas-bar y coloniales
También Fran Centeno, gerente de la mítica confitería Marifrán, echa la vista atrás y recuerda alguno de los locales míticos a los que entraba cuando era pequeño. «Estaba la mercería Carmina y un poco antes había un fabriquín, donde cortaban madera y hacían cajas para embalar el pescado. Más arriba había un colonial que vendía material para hostelería. Hoy es un solar vacío y yo creo que la puerta del muro es la misma que tenía antiguamente el negocio. Y al lado del colonial, junto a la farmacia actual, había una tienda-bar que en su día me parecía muy tenebrosa, con una entrada estrecha y una señora que atendía con los guantes de fregar puestos». Rememorando anécdotas, dice que los niños «nos pasábamos todo el día en la calle jugando. Era otro ambiente más tranquilo y familiar».
Casa de Chinto
Jacinta González, con 72 años ya cumplidos, evoca el tiempo en que sus padres estaban al frente de Casa de Chinto, una tienda-bar donde vendían de todo: «Hilos, lápices, maíz, trigo... y en la parte de atrás, estaba la taberna para tomar los vinos». El local estaba a la altura de la farmacia Cobián y el estanco, donde ella misma tenía una frutería. «Cuando derribaron las tres casas antiguas yo tendría 12 o 13 años y después levantaron allí el edificio del número 137-139. «Cuando era pequeña jugábamos a la comba de un extremo a otro de la carretera. No veías por allí un coche», dice. «Era un ambiente familiar».
Los vecinos explican que los viejos edificios que quedan en pie están ya todos deshabitados. De hecho, el del bar Os Belés (número 17) cerró sus puertas el año pasado; el solar del número 51 está en venta; los números 117 y 119 hace tiempo que no tienen inquilinos; el 129 sin residentes también está a la venta y el 131 y 133, un solar enorme, está vallado sin promoción urbanística a la vista. Aunque en alguna ocasión los okupas entraron en alguno de los inmuebles, «deben de estar en tan mal estado que no son habitables». De hecho, los tejados que quedan en pie están destrozados y la maleza campa a sus anchas en las partes traseras. Desde el Ayuntamiento indican que en estas parcelas no les constan incumplimientos urbanísticos. Solo hacen alguna puntualización. Así, aunque el solar vacío del 51 está cerrado, hay abierto un expediente está por un tramo de muro de la parte posterior compartido con el número 53. Y en el 117 se abrió en el 2017, pero se archivó en el 2021.