Taberna Triay logra un hito histórico al imponerse en las tres categorías del Concurso Picadillo de A Coruña

Tamara Rivas Núñez
T. Rivas A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

MARCOS MÍGUEZ

«No hay más secreto que currárselo mucho, pero no contábamos con el triplete», asegura su creador

13 dic 2024 . Actualizado a las 12:51 h.

No había sucedido nunca antes en las veinte ediciones que lleva en marcha el Concurso de Tapas Picadillo que un mismo establecimiento se impusiese en las tres categorías, pero tuvieron que llegar Manu Triay y Viviana Muñoz, de Taberna Triay, con su osadía y saber hacer en los fogones para marcar un hito histórico que será difícil de reeditar. 

Los hosteleros de Taberna Triay se alzaron con el triplete del certamen gastronómico coruñés al triunfar en las tres modalidades: la de tapa creativa, la tradicional del recetario Picadillo y la del público. «No hay más secreto que currárselo mucho, pero hay que tener algo de suerte también. Al final, por mucho que te lo curres, si llega otro y presenta una mejor que la tuya, pues ya está. De todos modos, no contábamos con ganar las tres», comentaba el cocinero esta mañana en el programa Voces de A Coruña, de Radio Voz, cuando se dio a conocer el resultado del concurso.

En Taberna Triay presentaron para la modalidad de recetario Picadillo, donde los establecimientos proponen tapas más clásicas, su «Buñuelo a la vista», inspirado en los churros de Bonilla. La tapa se compone de un buñuelo de bacalao al que dan forma de churro crujiente y, en lugar de azúcar glass, se espolvorea por encima un polvo de pieles de bacalao secas, trituradas y terminadas en mesa para realzar su sabor. El buñuelo se sirve acompañado por una taza de chocolate de Bonilla, que es un alioli de pil-pil de bacalao con ajo negro, suave, sedoso y lleno de matices. El secreto de ese trampantojo de ajo negro es su elaboración casera. Durante 21 horas fermentan cabezas de ajo entero en una máquina japonesa llamada Ocoo. «Desde A Coruña, donde los churros de Bonilla a la Vista son parte de nuestra identidad, reinventamos un clásico con un guiño al mar y a la innovación», decían los creadores de su tapa. 

Como tapa creativa presentaron su «Triay Wonka», inspirado en la tableta de Charlie y la fábrica de chocolate. La tableta en sí —lograba la forma gracias a unos moldes de silicona— era un paté de galo celta elaborado con sus higadillos y aromáticas que se bañaba en una mezcla de chocolate de 80 % de pureza y manteca de cacao. Se servía acompañada de un gel de mirabeles, una crema de yema trufada y una etiqueta comestible «porque aquí todo es posible, como en las historias de Wonka», aseguraban los hosteleros.

Debido al trajín de las fiestas navideñas, las tapas de Taberna Triay no estarán disponibles en estas fechas, pero aseguran sus creadores que a partir de enero habrá posibilidad de volver a degustarlas en este local de la calle Torreiro donde nacen platos increíbles surgidos del descaro y el ingenio.