Farmacias de A Coruña piden al Sergas que amplíe las condiciones del sistema de dosificación de medicinas: «Hay mucha gente mayor que no toma bien la medicación»
A CORUÑA CIUDAD
Las boticas coruñesas empezaron a implantar hace años este sistema que busca la adherencia de los medicamentos y para el que piden unos requisitos «menos elevados»
10 dic 2024 . Actualizado a las 11:18 h.«El 80 % de la gente que atendemos es mayor, esto es un barrio», exclama Puri López. La farmacéutica titular de la botica de As Pajaritas, en Elviña ( A Coruña), atiende en el mostrador mientras, en la trastienda, su compañera Marga López prepara el SPD (Sistemas Personalizados de Dosificación) de Manoli. Algo así como un pastillero personalizado en el que esta usuaria se lleva las dosis exactas para toda la semana, con cuatro huecos termosellados por día, en función de la hora de las tomas. «Yo así me voy supertranquila para casa», destaca ella, que tiene 69 años y vive con su marido y un nieto. «Antes me olvidaba siempre la del colesterol», asiente.
«Hay mucha gente mayor que no toma bien la medicación, no hace pensar en un municipio aislado, sucede aquí, en A Coruña», explica Puri López, miembro del Colegio Oficial de Farmacéuticos de A Coruña (COFC). Hace algo más de un año que el Sergas hizo una apuesta por este sistema que reguló en el 2022 y que persigue mejorar la adherencia terapéutica de los medicamentos, porque una cosa es su posología, la orden que da el médico, y otra cómo la cumple la persona. Y suele suceder que las más polimedicadas son las de edad más avanzada.
El problema, remarcan las farmacéuticas, es que el sistema se encuentra «parado», valoran, por la falta de conocimiento entre la población, entre los propios médicos de los centros de salud y, por último, por las exigencias de Sanidade para que los SPD estén financiados. Solo sucede así en mayores de 75 años que vivan solos y tomen más de diez comprimidos diarios. Unas condiciones «demasiado elevadas. Poco a poco, habrá que ir bajándolas para que entre más gente», defiende Puri.
Manoli, por ejemplo, se ha quedado fuera de esta cobertura que ha decidido financiarse ella misma. «Nos pasa así con una docena de usuarios a los que cobramos un precio simbólico por este trabajo que requiere tiempo y una acreditación», añade Puri.
Los despachos farmacéuticos coruñeses se adelantaron hace unos años a la regulación de la Xunta con la implantación de este sistema para el que fueron formando y acreditando a sus socios, y que cobró un impulso con la pandemia.
«Este programa sigue porque nosotras nos empeñamos. Tiene que potenciarse más», remarca la titular. «Para mí, usuarios como Manoli son mis pacientes. Nosotras controlamos si toman bien o no la medicación semana a semana. Para el médico esto es muy importante a la hora de evaluar su adherencia. Nuestro trabajo no es solo la dispensación de un fármaco, sino que seguimos su tratamiento», dice Marga.
«Queremos demostrar que cuando el paciente tiene una buena adherencia al medicamento, los tratamientos funcionan. Y para esto también es necesario que el sistema no sea tan engorroso y que la comunicación entre nosotros y los centros de salud, con el médico, el enfermero, el trabajador social y el farmacéutico de atención primaria sea más fluido», afirma Puri López.
El porcentaje de población prescriptora de este sistema en A Coruña, inciden, es muy bajo para la cantidad de población mayor que hay en la ciudad. «Tenemos un usuario de 87 años con 18 pastillas al día, pero no vive solo. En muchos casos vienen los hijos a por el SPD. Vivimos muy estresados y esto es una carga que les sacamos de encima. Nos encargamos de que los medicamentos estén en correcto estado, guardados a la temperatura correcta, y que vayan las dosis exactas, media cuando es media o triturada si corresponde así. Sacamos la medicación por semana, la que necesiten estrictamente. No hay más. El Sergas ahorra muchos medicamentos. Es fructífero para todos», sostiene Marga López.
En cada blíster, destacan, hacen anotaciones de las pautas de los medicamentos. Se imprimen pegatinas con el nombre y apellidos de los usuarios, la medicación no incluida en el SPD (la que no se puede introducir en el blíster, como jarabes o sobres), y también detallan los lotes de los que proceden los comprimidos con su correspondiente caducidad.
«Vengo una vez a la semana, entrego el blíster usado y recojo el nuevo», cuenta Manoli. Para ella este sistema es una garantía, un apoyo que le dice que está haciendo todo bien. De forma indirecta, las boticas de barrio se han convertido en un acompañante de los mayores al velar por la toma correcta de los tratamientos.