La rehabilitación de edificios impulsa la actividad comercial en bajos abandonados de A Coruña
A CORUÑA CIUDAD
Los expertos confirman que se trata de una tendencia «lenta» debido al precio de los alquileres de los locales y la falta de relevo generacional
02 dic 2024 . Actualizado a las 05:00 h.«La recuperación de la estética tradicional de nuestros bajos comerciales es fruto del notable incremento de las rehabilitaciones de edificios en zona Pepri en los últimos cinco años». El concejal de Urbanismo, rehabilitación, vivienda y ruinas de A Coruña, Francisco Dinís Díaz Gallego, confirma que la nueva normativa sobre rehabilitación no solo está ayudando a ennoblecer la parte más antigua de la ciudad y recuperar edificios con cierto valor histórico o estético, sino que también favorece la actividad económica. «Se está demostrando que esa normativa que obliga a mantener el aspecto tradicional fue acertada porque está contribuyendo a mantener el carácter distintivo de esta ciudad y porque contribuye también a mantener viva la historia de A Coruña para que también puedan conocerla las próximas generaciones», explica. Según el Concello, las licencias de apertura de locales en la ciudad va en aumento: 1.097 en el 2021; 1.121 en el 2022; 1.227 en el 2023 y, hasta octubre de este año, 1.052.
En todo caso, agentes del sector inmobiliario puntualizan que se trata de una tendencia que evoluciona de forma muy lenta. «No es algo especialmente destacable, pero sí es verdad que la rehabilitación de edificios favorece la apertura de nuevos negocios», constata Carlos Debasa, presidente de la Asociación Galega de Inmobiliarias (Agalin). Explica que en las zonas céntricas o consolidadas tan solo grandes firmas pueden asumir rehabilitaciones o alquileres en edificios emblemáticos. En primer lugar, porque las obras son muy costosas y, en segundo, porque los alquileres también son muy elevados. Los pequeños comerciantes o emprendedores buscan bajos más discretos y económicos, ya que la rentabilidad de los negocios, sobre todo los primeros años, no da grandes márgenes de beneficios. «La situación de los bajos comerciales es complicada en toda Galicia, no solo en A Coruña. Uno de los motivos es que el perfil de los compradores está cambiando y tienden más a las compras on line y a acudir a grandes espacios comerciales. De hecho, tenemos la seguridad de que los bajos que están cerrados en algunos barrios nunca más van a tener actividad comercial», indica Debasa.
El presidente de la Federación Galega de Empresas Inmobiliarias (Fegeim), Benito Iglesias, explica que los emprendedores buscan siempre locales de características especiales para conseguir diferenciarse. «Buscan bajos muy concretos, pero siempre hubo esta demanda. Quizás se notó un parón con la pandemia, pero desde el 2022 volvió a haber un repunte». En todo caso, puntualiza que sí han detectado de forma notable un bum en la reconversión de bajos comerciales en viviendas. «Especialmente para pisos turísticos», dice. Iglesias explica que respaldan el cambio en la normativa de habitabilidad de Galicia con el objetivo de facilitar y permitir, en determinados supuestos, que bajos comerciales abandonados o sin actividad en entornos urbanos puedan renunciar a su uso original para reconvertirse en viviendas. «Porque va contribuir a paliar el grave problema de la falta de oferta de viviendas en alquiler. Y no se debe permitir construir viviendas nuevas de menos de 40 metros cuadrados, sean de locales reconvertidos en viviendas o en nueva vivienda, sea está habitual o residencial», indica.
Aunque los jóvenes emprendedores buscan locales «con personalidad» en el ámbito Pepri, los expertos confirman que existen muchos locales de la ciudad que se mantienen vacíos por varios motivos. Uno de ellos es que el comercio tradicional va cerrando y no hay relevo. Otro es que el tipo de cliente ha cambiado y opta por las compras on line. También porque la cultura emprendedora no siempre está ligada a una sede física. «Hay muchos centros de negocios o Hubs, sobre todo tecnológicos, que aglutinan iniciativas y crean sinergias. Hay casos de locales y edificios enteros para este fin. Y están funcionando muy bien», explica Debasa.
Por otro lado, los expertos destacan que muchos locales de uso comercial también están cerrados porque sus propietarios prefieren mantenerlos así a bajar el precio del alquiler. Indican que, a veces, es simplemente porque las opciones de negocio que le plantean no les gusta o porque no tienen una necesidad económica, ya que tienen un patrimonio y una seguridad financiera que no les apremia.
Según el último estudio de la Federación Galega de Empresas Inmobiliarias (Fegein) hecho público a principios de este año, en Galicia hay 7.045 locales comerciales vacíos. De ese total, en A Coruña están 925. La evolución en toda la ciudad no es positiva, ya que en octubre el número era de 740 locales y, en enero del 2023, subieron a 820.
Mónika Romero, gerente de Bensenta: «No había prácticamente nada aprovechable debido al estado de abandono»
Tras dejar el sector de la banca, Mónika Romero decidió emprender en el sector de la comida saludable. Concretamente, en el de la repostería «sin gluten, sin leche y sin azúcares refinados». De hecho, Bensenta, como se llama su negocio, es pionero y único en su especie. Al menos, en la ciudad de A Coruña. Buscó locales en diferentes zonas de la ciudad, pero finalmente abrió en el número 5 de la avenida Fernández Latorre en junio del 2023. «Es una calle con mucho tránsito, por lo que la ubicación era perfecta. En todo caso, siempre me gustó la zona, quizás por la relación romántica que tengo con el Camino de Santiago, ya que haciéndolo conocí a mi pareja. Y por aquí pasa tanto el Camino de Santiago como el Inglés», explica la empresaria. Recuerda que el local, de 80 metros cuadrados distribuidos en tres alturas, llevaba cerrado más de dos decenios. «Aquí estaba Exclusivas A. Balado, donde se vendían las máquinas de coser Refrai. Aunque el estado de conservación del solar era bastante bueno, no había prácticamente nada aprovechable debido al abandono». Así que contactó con un equipo de arquitectura para la reforma. Los trabajos se hicieron con ciertas restricciones, ya que el edificio es de 1950 y está catalogado con nivel II de protección estructural. Y para que el coste de la reforma no se fuera por las nubes, decidieron mantener escaparate, acceso y molduras originales. «Podríamos haber hecho algunas modificaciones que permitían la normativa, pero eso hubiera implicado una obra descomunal». Además, hubiera supuesto alargar plazos y trámites. Dentro del local respetaron algunos elementos singulares, como una escalera de caracol y, por imperativo de la normativa, el antiguo terrazo del piso. «La reforma es sencilla porque el local ya tiene una personalidad muy marcada y no queríamos recargarlo», indica Mónika. Dice también que el esfuerzo ha merecido la pena y que ha tenido suerte en comparación con otros emprendedores: «A pesar de que hay mucha cultura emprendedora, en A Coruña hay muchos locales cerrados porque los alquileres son altísimos. En el centro, por ejemplo, es imposible. Yo tendría que vender muchos bizcochos para poder hacer rentable un negocio como el mío. Y es algo paradójico porque tener un local ocupado, limpio, saneado y con actividad es mejor que tenerlo vacío y abandonado. No entiendo por qué no bajan los alquileres para poder activar la economía y dar vida a los barrios».
Kenia Regojo, encargada de Casa Cuenca: «Para nosotros, los trabajadores, el local resulta ahora muchísimo más cómodo»
Faustino Fernández es el actual propietario de Casa Cuenca. Compró el local y firmó el traspaso del mítico negocio situado en el número 5 de la rúa Marqués de Pontejos hace tres años. Casi al mismo tiempo comenzó los trámites para rehabilitar el local, afectado por el Plan Especial de Protección y Reforma Interior de la Ciudad Vieja y Pescadería (Pepri). Mientras la rueda administrativa avanzaba poco a poco, tanto él como sus empleados tuvieron tiempo para conocer a fondo el negocio y los clientes. «Ya cuando cogimos el local vimos que era necesaria una reforma: los altillos eran muy bajos, la iluminación era insuficiente, los pasillos estrechos... Seguramente en su día tuvo su utilidad, pero a día de hoy un local así no resulta operativo», explica Kenia Recojo, encargada de la tienda. Tanto ella como Faustino explican que en estos tres años previos a la reforma les dio tiempo a conocer los productos, a los clientes y cómo debería ser el nuevo establecimiento. «Algunas personas estaban preocupadas por cómo quedaría, por si era un cambio muy brusco. Pero todo el mundo nos dice que ha quedado precioso y, para nosotros, los trabajadores, resulta muchísimo más cómodo. Pasamos muchas horas dentro de la tienda y no tiene nada que ver poder trabajar en un lugar cómodo y acogedor que en algo trasnochado como estaba antes», explica Kenia.
De la antigua Casa Cuenca solo queda el mostrador de mármol y, por supuesto, la calidad del producto y la atención personalizada. «El resto es todo nuevo». Incluso cambiaron el antiguo suelo por otro antideslizante. En todo caso, con la fachada sí tuvieron ciertas dificultades. De hecho, el proyecto inicial planteaba un revestimiento de madera, a modo de marco, de color azul oscuro, alrededor del escaparate. «Y nos lo echaron atrás». Después, presentaron otra propuesta con un cristal en el escaparate que era demasiado grande y les negaron un revestimiento con azulejos. El diseño que finalmente salió adelante reproduce los materiales originales, pero con un cambio en la distribución: «La puerta antes estaba en medio de los dos escaparates. Ahora la hemos colocado al lado derecho dejando una cristalera más amplia». Tanto Faustino como Kenia explican que la reforma, que duró casi cinco meses (cerraron el 18 de mayo y reabrieron el 25 de octubre), ha sido un acierto. «Mereció la pena. En alimentación, higiene y limpieza van de la mano y los clientes están contentos», aseguran.