Una comitiva de 80 personas participó en 1982 en el hermanamiento con la ciudad brasileña, pero en el Ayuntamiento coruñés no les consta oficialmente y aseguran que los trámites solo se finalizaron en el 2005, con Cádiz
23 nov 2024 . Actualizado a las 23:21 h.A Coruña está hermanada con otras seis ciudades, según se desprende de la información que la Wikipedia ofrece en su entrada dedicada a la urbe. Tiene lazos adoptivos, dice la enciclopedia libre, con Cádiz, Recife (Brasil), Brest (Francia), Mariglianella (Italia), Mar del Plata (Argentina) y Caracas (Venezuela). La familia crece cuando se le pregunta a la herramienta de inteligencia artificial ChatGTP, que no tiene pudor en ofrecer otra cifra, otros nombres y diferentes fechas cuando se le interroga por segunda, tercera o cuarta vez.
Pero la Wikipedia y ChatGTP se equivocan. Según confirman desde el Ayuntamiento, A Coruña solo comparte lazos fraternales con Cádiz. La conocida como Tacita de Plata es la única con la que la urbe coruñesa se ha hermanado oficialmente. Lo hizo en marzo del 2005, hace casi 20 años.
«No hay más», insisten desde el Concello a pesar de que la hemeroteca de La Voz atesora decenas de páginas en las se habla de una hermana mucho más lejana: Recife, en Brasil. En la capital del estado de Pernambuco, a más de 6.300 kilómetros y un océano de distancia de la torre de Hércules, atesoran (o deberían) las llaves de A Coruña. «Claro que estamos hermanados, desde mayo de 1982 y, de hecho, tiempo después, la corporación tuvo que dar muchas explicaciones por el viaje que se hizo a Brasil y en el que participaron concejales de todos los grupos», confirma el expresidente de la Xunta Fernando González Laxe, en aquellos años concejal del gobierno coruñés y uno de los que dio fe del hermanamiento entre ambos municipios, que se dedicaron, por cierto, sendas plazas.
«Desde 1982 A Coruña y Recife son hermanas», insiste González Laxe, que remite a las hemerotecas para dar fe de que aquella unión no fue un sueño, a pesar de que hoy en día no quede constancia en el Ayuntamiento. «El proceso completo de hermanamiento solo se realizó con Cádiz. Es cierto que a nivel protocolario también se llevó a cabo con Recife, pero que aunque se dieron pasos, a nivel administrativo no se llegó a completar aquel proceso», explican fuentes municipales, que no han encontrado ni rastro de aquellos lazos sellados a principios de los ochenta. «No hay archivo informático, suponemos que cambió el gobierno y aquello quedó sin cerrar, pero no podemos asegurarlo», añaden.
Sí ha quedado rastro, y muy extenso, en la hemeroteca de La Voz de Galicia. A finales de 1979, recogen las crónicas de entonces, el primer vicepresidente de la Cámara Municipal de Recife, Luiz Vidal, de origen gallego, aterrizó en España «para verificar los cambios políticos habidos en el país», y visitó A Coruña porque, decía, «es la puerta y el corazón de Galicia». Arrancaba así un proceso de hermanamiento que desde ese mismo instante lideró el primer alcalde de la ciudad tras la aprobación de la Constitución de 1978, Domingos Merino, que viajó en varias ocasiones a Brasil para concretar un hermanamiento que se hizo realidad en mayo de 1982. Primero con el viaje que los coruñeses realizaron a Recife y en el que ni González Laxe ni el entonces alcalde, Joaquín López Menéndez, participaron porque estaban inmersos en el proceso de ubicación de las sedes autonómicas.
A finales de ese mes llegó a A Coruña la expedición recifense, encabezada por seis concejales y el presidente de la Cámara Municipal, que recibió las llaves de la ciudad «realizadas en los talleres municipales».
Una ecléctica expedición para conquistar Pernambuco
Tras varios viajes a Brasil, a principios de 1982, el Ayuntamiento de A Coruña decidió formalizar su hermanamiento con Recife. Domingos Merino ya no era el alcalde de la ciudad, aunque sí concejal, y simbólicamente siguió encabezando el proceso. De hecho, partió hacia la capital de Pernambuco unos días antes de que lo hiciese la ecléctica expedición coruñesa que participó en la unión al otro lado del Atlántico.
En el grupo, decenas de coruñeses que se apuntaron al viaje organizado por el departamento de relaciones públicas del Ayuntamiento, así como concejales de todos los grupos con representación municipal, el cronista oficial de la ciudad (Juan Naya), el escritor Xosé María Monterroso, 40 integrantes de Cántigas da Terra —«en sesiones maratonianas han conseguido confeccionar distintos programas para diferentes conciertos», decía La Voz antes del viaje—, miembros de la Asociación Amigos de Recife y un nutrido grupo de periodistas. Además, se sumó a la embajada coruñesa el escritor Camilo José Cela, a quien por esas fechas habían propuesto nombrar Hijo Adoptivo de A Coruña.
De hecho, fue esa distinción, que se concretó un año más tarde, la que animó al futuro Nobel de Literatura a integrarse en la expedición de hermanamiento aprovechando que en las fechas del viaje, entre el 5 y 17 de mayo de 1982, estaba en Brasil participando en los actos de la Semana de España organizada por el Ministerio de Asuntos Exteriores.
El resto de expedicionarios, 80 en total, llegaron a Recife a bordo de un Boeing 707 que había partido del aeropuerto portugués de Oporto. Tras veinte horas de viaje, el futuro Nobel y compañía fueron testigos de cómo A Coruña y Recife estrechaban lazos. Aquellos nudos, sin embargo, parecen haberse desatado con el tiempo.
Newark, Tallin, Loja o San Borja, otras uniones fallidas
«La Coruña es una de las cinco ciudades españolas que están hermandas con municipios de la URSS», aseguraba la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) en octubre de 1990, poco antes de la visita de Mijaíl Gorbachov, y que suponía el primer viaje oficial de un jefe de Estado de la Unión Soviética a España. Decía entonces la FEMP que A Coruña estaba hermanada con Tallin (hoy capital de Estonia), pero esa unión jamás salió adelante.
Y no por falta de ganas, porque en febrero de 1982, el entonces alcalde coruñés, Joaquín López Menéndez, anunció en rueda de prensa, tras una semana de viaje por la URSS, su intención de hermanarse con una ciudad soviética. Su primera opción, contaba, era Leningrado, pero esta ya estaba en trámites con Barcelona, así que pensó en Sebastopol, pero este municipio, reflexionaba, «no guarda excesiva similitud con las características de La Coruña». Así las cosas, optó por Tallin, hasta el punto que una delegación soviética visitó María Pita unas semanas después. Pero ni con visitas recíprocas se consumó el hermanamiento.
La familia tampoco aumentó en febrero de 1979, cuando la comisión municipal permanente dio luz verde al hermanamiento con Newark. Nunca más se supo, aunque la ciudad norteamericana sí se unió, a mediados de los noventa, con Ribeira.
En el 2001, el entonces alcalde Francisco Vázquez se animó a hermanar A Coruña con la localidad ecuatoriana de Loja. «Tenemos mucho que ver», decía el regidor. Pero la unión no se consumó, como tampoco salió adelante la que se planteó en el 2005 con San Borja (Perú), cuyo regidor estaba casado con una vecina de Monte Alto. En ese caso hubo boda, pero no hermanamiento.