Una empresa coruñesa monta un hospital de campaña en el epicentro de la dana

Elena Silveira
Elena Silveira A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

El Grupo Seec trasladó a Alfafar una torreta de luz, generadores y varios vehículos de emergencias. La población se lo agradeció con una paella

14 nov 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

«Es una destrucción masiva. Es como si metes a todo un pueblo en una centrifugadora y lo sacas para querer ponerlo en el mismo lugar. Nada está en su sitio». Así describe Juan Varela la primera impresión que tuvo cuando el pasado domingo llegó a Alfafar, para aportar su «granito de arena» en las labores de auxilio tras los efectos devastadores de la dana. Explica que, desde el primer momento, hizo llamadas para ofrecer sus servicios, ya que es el propietario de la empresa coruñesa Grupo Seec, especializada en dar cobertura a servicios educativos, sanitarios, de ocio y entretenimiento, además de disponer de ambulancias. También tiene varios hospitales de campaña que puso a disposición de las autoridades valencianas. «Pero me decían que no hacía falta». Alertado por todo lo que veía en las redes sociales, «que literalmente ardían», volvió a insistir, pero esta vez contactó con la oenegé SOS4x4 y Bomberos sin Fronteras, quienes le dieron luz verde a su propuesta. «Hubiésemos salido antes, pero las autoridades oficiales nos decían que no. No sabemos el motivo. Pero lo que nos encontramos al llegar aclaró un poco las cosas, porque vimos que había una absoluta falta de coordinación. Es decir, en Valencia había medios suficientes, lo que faltaba era coordinación. Aquello era un caos. Y a día de hoy, tan solo el Ejército está organizado», explica Juan.

Él y otras dos personas de su equipo salieron desde A Coruña hace más de una semana para recorrer más de 2.000 kilómetros, provistos con varios vehículos 4x4 de emergencias, una furgoneta que pudieron alquilar «gracias a un 70 % de descuento que nos hizo Ya-Car» y un hospital de campaña de 15 metros de largo por 5 metros de ancho. «Es un buen bicho. Se puede montar en tan solo 15 minutos, con capacidad para atender a 20 personas al mismo tiempo, ya con camillas y personal médico dentro. La estructura es exterior y las lonas van por dentro, así que es como abrir un libro. Tenemos otros que son hinchables, pero este modelo era el más adecuado para estas circunstancias. Se lo habíamos comprado en el 2022 al servicio de catástrofes y emergencias de Londres», dice. También instalaron en la plaza de las Cortes Valencianas, en pleno centro de Alfafar, una torreta de luz y varios generadores de electricidad. «Allí nos estaban esperando gente de Sevilla, Baleares, Madrid... todos profesionales de rescate, ambulancias y emergencias que estaban ya coordinados entre si. Los bomberos nos limpiaron el barro de la plaza para poder situar el hospital de campaña y todo fue muy rápido. Enseguida empezamos a trabajar», explica.

Un gasto de más de 3.000 euros

Juan recuerda que fueron cinco días intensos. En la estructura de lona centralizaron el reparto de alimentos y productos sanitarios a la población afectada, con la colaboración de cuatro médicos y cinco enfermeros. «El jueves pudo reabrir la farmacia y el viernes, cuando ya teníamos que regresar a A Coruña, volvió a estar operativo el alumbrado público. Hasta entonces, la única luz que había en la plaza era la de nuestra torreta. También ese día empezaron a funcionar de nuevo, aunque de forma precaria, dos centros de salud cercanos», confirma. Así que le queda la satisfacción de haber llegado en un momento casi providencial. «Me hubiera gustado poder estar más tiempo, pero tenía contratado un congreso médico en Düsseldorf, en Alemania, y tenía que tenerlo todo listo el día 12», lamenta el empresario. Esa es la única pena que tiene, porque el gasto económico que el despliegue ha supuesto para su empresa (calcula que fueron más de 3.000 euros) no es nada comparado con las pérdidas y la precariedad que vio en Valencia. «Es impresionante. Toda la gente se quedó sin coche. En algunas calles de Paiporta el agua todavía te llega por la rodilla. El barro está por todas partes. No ves ni los bordillos de las aceras. Lo cubre todo. Y la coordinación... en fin. Continuamente llegan informaciones contradictorias». Juan explica que toda ayuda es poca, pero, ¡ojo!, lanza una advertencia: «Muchos de los accidentes que atendimos en el hospital de campaña eran de voluntarios. Hay muchísimos cortes y caídas, porque en ese barro se resbala fácilmente». Así que no sabe si toda la solidaridad improvisada que va llegando supone más un escollo que una ayuda.

Ante la desolación, Juan recuerda la anécdota esperanzadora que más le marcó: «Muy cerca de donde estábamos nosotros había una asociación fallera. Bromeábamos con el churrasco, el pulpo, el arroz... Y un día nos prometieron que nos harían una paella. Tenían el arroz, la paellera y el quemador. Nosotros conseguimos la carne y allí, en medio del barro, sobre las mesas destrozadas de un bar, nos hicieron la comida. Al menos les sacamos una sonrisa».