
El mítico ultramarinos fundado en 1947 ha vuelto a abrir sus puertas en Marqués de Pontejos y, como en los viejos tiempos, los lacones y las cacholas ocupan un espacio importante en el escaparate, y en el interior hay una zona dedicada al bacalao y a los embutidos
24 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Regresa un clásico. Muy renovado pero con guiños al pasado. Este miércoles reabrió el mítico ultramarinos Casa Cuenca, fundado en 1947 por un señor que se apellidaba Casacuenca y que no tenía que ver con la ciudad de las casas colgadas. Lo que cuelgan de nuevo en la tienda de Marqués de Pontejos son los lacones y las cacholas, que también ocupan un espacio importante en el escaparate, como en los viejos tiempos. A la entrada, una preciosa pieza de mármol en el suelo recuerda el origen del negocio. Y también en la pantalla de la caja registradora aparece la imagen de la fachada antigua, aquella con un cartel blanco con letras en rojo, y bajo el nombre, en azul, la información de que las especialidades eran provisiones de buques, ultramarinos finos y productos gallegos.

Como ahora, pero con una estética del siglo XXI, con detalles de la historia que ayudaron a construir tanto Javier Mosquera como su primo Kiko, Francisco Rodríguez, y sus tíos. Ahora el mostrador está entrando a la izquierda, y a la derecha hay una imponente estantería con una escalera de madera para poder acceder a los productos de los estantes más altos. También hay una zona para las legumbres y otra para el bacalao, estrella de siempre de Casa Cuenca. En el escaparate, además de todo lo necesario para un buen cocido, también hay conservas y vinos seleccionados. En la entrada del local me encontré con Rosa García Meiriño y estuvimos hablando de la novedad. Los veteranos coinciden en dos cosas, que la imagen de antes es irrepetible y que el nuevo quedó francamente bien. Los dueños lo supieron hacer, y no es sencillo. Transformaron una tienda de siempre en una tienda con encanto del 2024 y con esencia del pasado. Así fue el estreno de Casa Cuenca.