Un testigo del crimen de Samuel Luiz vio cómo sus agresores «se fueron corriendo» cuando la víctima «cayó inconsciente en el medio de la carretera»

A CORUÑA CIUDAD
















Los cinco personas presentes en la noche del crimen no identificaron a ningún acusado en la quinta sesión
22 oct 2024 . Actualizado a las 17:23 h.Samuel Luiz recibió «patadas y golpes» tirado en el suelo en la madrugada del 3 de julio del 2021, cuando finalmente «cayó desplomado» junto al número 2 de la avenida de Buenos Aires de A Coruña, según declararon este martes cinco testigos. Estas personas que presenciaron la brutal paliza en el paseo marítimo pensaron al principio que era una «pelea», pero algunos identificaron rápidamente que había un chico solo y acorralado, al que únicamente intentaron ayudar «unos chicos de color», los dos senegaleses. Había mucha gente que miraba, pero «nadie se metía», ni llamaba a la policía.
El que sí mostró empatía fue Óscar, el último testigo en declarar este martes en la quinta sesión del juicio, pero llegó tarde, ya en el final de la vida del joven auxiliar de enfermería de 24 años. Se trata de un viandante que se acercó desde la avenida Rubine al lugar de los hechos cuando ya estaba finalizando la agresión. «Vi una pelea entre varios chicos y cuando me acerqué uno se cayó al suelo y los que le estaban pegando se fueron», contó. Entonces, no dudó en involucrarse. «Para que no lo atropellaran, lo cogí [a Samuel] y lo llevé a la acera, porque estaba en la carretera lleno de sangre», aseguró este varón, quien pensó que se trataba de «una pelea normal» y que el joven al que ayudó «estaba inconsciente». Por eso, llegaron las amigas de Samuel y él abandonó el lugar, pero al ver las noticias al día siguiente llevó su camiseta manchada con sangre a la policía.
No reconocen a los acusados
«Multitud», «tumulto» o «bulto» fueron algunos de los términos que usaron los testigos presenciales para referirse a la marabunta que vieron sobre Samuel. Ninguno aludió esta vez a la participación de los cinco adultos acusados de asesinato: Diego Montaña y Katy Silva, que se enfrentan a 25 años de cárcel; Alejandro Freire, alias Yumba, y Alejandro Míguez, con peticiones de 22 años, y Kaio Amaral, para quien la Fiscalía pide 27.
El único de los declarantes que admitió que conocía a los acusados «de vista» fue Leandro, que estaba esa noche «a diez metros» de la tunda junto a unos amigos y echó un vistazo «por chismosear». «No vi nada. Cuando miré era una multitud. Había mucha gente mirando y nadie se paraba», reveló como respuesta a las preguntas de la fiscala, Olga Serrano. Ella sostuvo que este testigo incurrió en contradicciones, ya que en la fase de instrucción, en el verano del 2021, había declarado «que vio cómo Samuel caía y que al principio le pegaba uno», cuando este martes negó haber visto el comienzo. También había confesado, según la representante del ministerio público, que no fue a la policía por miedo a represalias. Pero en el juicio detalló que su temor era que en aquel momento no tenía regularizada su situación administrativa en España y por eso tampoco se acercó a la jauría.
El resto dieron otros motivos. «A simple vista me pareció una [pelea] más. Por eso no intervine», señaló Ana, una mujer que no contempló cómo empezó la paliza, ni se fijó «en las caras» de los agresores. Pero sí escuchó unos cristales romperse, un ruido mencionado este lunes por varios testigos y que vinculan con una botella, que será una pieza clave en otra sesión del juicio por los restos de ADN que había en ella.
Ese sonido fue escuchado también por Pablo, quien estaba sentado en el paseo marítimo y reparó en que era una agresión y no una simple reyerta. «Vimos a una persona en el suelo recibiendo patadas y golpes», dijo tajante este testigo que estimó que había entre 5 y 12 personas alrededor de la víctima. Fue el declarante con la memoria más lúcida, pues la mayoría olvidaron detalles de aquella fatídica noche. «Pasaron tres años. No lo recuerdo como el primer día», precisó Diego, un hombre que se situaba, dijo, «a unos 40 metros» de la manada. Este escuchó la botella y supuso que la rompieron «contra un árbol», aunque la policía había establecido en su investigación que ese objeto fue estallado contra la víctima, según declaró el comisario Pedro Agudo cuando se levantó el secreto de sumario.
El momento de tensión del juicio llegó con un nuevo reproche de la jueza al letrado de la defensa de Yumba, David Freire. Este intentó preguntar más de diez veces por la acción de uno de los menores ya condenados por asesinato y la magistrada vetó cualquier cuestión relacionada con los ya enjuiciados.
Deniegan hacer la prueba forense a puerta cerrada, pero prohíben las imágenes
La jueza presidenta del Tribunal del Jurado prohibió la grabación y difusión de imágenes del cadáver de la víctima y de sus pruebas forenses. Lo hizo en un acto en el que respondió a la solicitud formulada por el Ministerio Fiscal para celebrar a puerta cerrada las sesiones vinculadas a las declaraciones de los forenses, una petición a la que se adhirieron las otras dos acusaciones y que contó con el visto bueno del jurado. Lo hicieron para la «adecuada protección» del derecho a la intimidad de la víctima. Sin embargo, la magistrada denegó la solicitud por el «evidente interés» de la sociedad en esta causa, por lo que la prueba forense será a puerta abierta, pero con la prohibición de difundir imágenes.