Juicio por un crimen machista en A Coruña: «Aquel día le dije a mi madre que echase a su novio a la calle. No la volví a ver viva»
A CORUÑA CIUDAD
La hija de la panadera de A Coruña asesinada por su pareja en el 2021 cuando lo quería dejar dice que el hombre era «un celoso patológico»
16 oct 2024 . Actualizado a las 22:26 h.La hija de la panadera coruñesa Mónica Marcos declaró a dos metros del hombre que mató a su madre y procuró no derrumbarse cuando contó al jurado popular la última conversación que mantuvo con ella. Fue el 14 de septiembre del 2021, horas antes de que José Ramón Guerreiro Galdo apuñalase a la que era su pareja desde hacía apenas dos meses. Madre e hija tomaron un café como hacían siempre. Para ellas, desayunar juntas era una liturgia. «Aquel día me contó que su novio le había hecho la noche imposible porque era un celoso patológico. Yo le contesté que no podía permitir a una persona con la que solo llevaba un mes viviendo una escena de celos, así que le dije que lo echase a la calle», recordó. Inmediatamente apareció el hombre y no continuaron hablando. «Fue la última vez que vi viva a mi madre», afirmó. Contó en el juicio que su madre estaba dispuesta a dejarlo. Como se supo después, la víctima, de 52 años, le dijo aquella misma noche que se fuera de casa. Él reaccionó cogiendo un cuchillo y clavándoselo repetidas veces en la espalda. Luego, según las acusaciones, robó 300 euros que había en la casa y huyó a Madrid, donde fue detenido y confesó el crimen.
También lo reconoció el acusado en la Audiencia Provincial de A Coruña en el primer día de juicio contra él, para quien las acusaciones piden 25 años de prisión. Su abogado cree que no puede ser condenado por la eximente completa de alteración psíquica. José Ramón Guerreiro se sentó frente al tribunal y se echó a llorar. Y no paró hasta el final, cuando pidió perdón. Solo respondió a las preguntas de su abogado. Primero relató una infancia horrible, con un episodio que lo marcó. Cuando tenía 3 años, jugando con cerillas en una habitación, provocó un incendio en el que falleció su hermano, que solo era un bebé. Estudió hasta los 12 años y a esa edad conoció a Mónica, cuando iba a ayudar a la panadería de su padre. «Empecé joven a drogarme, tanto con heroína como con cocaína», reconoció.
A los 18 se mudó a Canarias. Tuvo varias parejas y tres hijos. Meses antes del crimen, contactó con la víctima por redes sociales y en junio del 2021 regresó a A Coruña. En principio, solo para pasar con Mónica una semana. Pero transcurrido ese tiempo, decidió quedarse, y ella lo acogió en casa. «Yo me ponía parches de fentanilo para calmar el dolor por una lesión que me incapacita para el trabajo. Además seguía drogándome y bebiendo», señaló. La víspera del crimen discutieron, y el día que la mató, según declaró, se pasó la jornada bebiendo. Cuando su abogado le preguntó qué recordaba de las puñaladas, volvió a llorar y no contestó.
El hijo y la hija de Mónica Marcos desmintieron con rotundidad que se pasara el día bebiendo y drogándose. «Nunca lo vi borracho ni drogado», dijo el joven, que tuvo que recordar el momento en el que se encontró a su madre muerta al llegar a casa después de trabajar. Vivían en un dúplex de la calle Juan Darribia, el hijo en la planta de abajo y la pareja en la de arriba. «Llegué a casa y no vi nada extraño. A la una de la madrugada, mi abuelo llamó al timbre para recoger a José Ramón y llevarlo a trabajar a la panadería. Grité su nombre pensando que se había quedado dormido, pero no hubo respuesta. Subí, abrí una habitación y me encontré a mi madre en el suelo. En el espejo de un baño, el asesino escribió antes de huir que no era una persona mala», declaró. Su hermana dijo que José Ramón Guerreiro era un mantenido: «No tenía dónde caerse muerto y se aprovechó de mi madre».