La foto que consiguió reunir a la pandilla de A Coruña: «Se me puso la carne de gallina, solo quedamos tres»
A CORUÑA CIUDAD
Javier, Manolo y Chicho vuelven a verse después de 65 años separados
15 sep 2024 . Actualizado a las 16:48 h.Francisco Javier, Manolo y Chicho han cerrado el círculo. Al comenzar este mes, ni en el mejor de sus sueños podían imaginarse que gracias a una foto publicada en el periódico volverían a verse. Tienen 83 años, y la última vez que se dijeron adiós eran unos chavales de 18 con la vida por delante. Pero septiembre es un mes de reencuentros, con los compañeros de pupitre, del trabajo... y, en este caso, con las personas que marcan a uno de por vida.
«Estaba muy nervioso al principio de la mañana», confiesa Manolo. Él fue el primero que llamó para ponerse en contacto con Francisco Javier cuando leyó la noticia en La Voz. Aquellas sonrisas en blanco y negro en los jardines de Méndez de Núñez de A Coruña eran inconfundibles. «¡Mi pandilla de la calle Caballeros!», exclamó para sí.
La reacción de Chicho fue muy parecida. Inmerso en la rutina de pasar las hojas del diario, una noticia llamó su atención. Un vecino de Vigo buscaba a sus amigos de la infancia, de cuando vivió en A Coruña. Para facilitar la encomienda, acompañando al texto había una foto del grupo tomada cuando tenían unos 15 años. Estaban con «el traje de los domingos», identificó Chicho. «Se me puso la carne de gallina al ver la foto», exclama. «Fue una cosa muy agradable. En casa no me reconocían, pero yo me reconocí enseguida. Mi hijo me decía, ‘‘¿Eres tú?''». «Claro que lo soy», le respondió.
«Estamos muy emocionados», asiente Javier. Él fue quien empezó todo. Tenía miedo de no tener éxito con su búsqueda. Lo que nunca sospechó es la repercusión que esta alcanzó. Después de que La Voz publicara la segunda parte de esta historia, con Manolo confirmando que era uno de los chicos de la foto y que ya se había puesto en contacto con Javier, los medios de comunicación de todo el país —«¡incluso de Andalucía!», subraya Javier— comenzaron a llamarlo.
«Porque es una historia bonita», susurra Marisa, la mujer de Manolo. Ni ella ni Berta, la esposa de Javier, quisieron perderse el reencuentro. Solo faltaba Javiera, la mujer de Chicho, que no pudo ir. Este viernes, 65 años después, Javier, Manolo y Chicho se vieron de nuevo las caras. El primero viajó hasta su ciudad de la juventud, A Coruña, para comer con sus añorados amigos.
«Los he reconocido al momento, tan pronto los vi», dice contento Javier. «Lo que me da mucha pena es que solo quedamos tres», continúa con un hilo de voz. La emoción es imposible dejarla a un lado cuando habla de su pandilla.
Los que quedan
De los nueve amigos de la foto, hoy solo viven ellos tres. Casi todos son del año 1941, pero algunos, como Roberto, dice Marisa, se fueron muy temprano, con sesenta y pico. En el retrato de los años 50, Manolo es el segundo por la derecha de los que están de pie; Javier, el primero por la derecha de los agachados, y Chicho, el tercero por la derecha de la fila de los acuclillados.
Después de tanto tiempo sin verse, lo primero es ponerse al día. Javier fue empresario en Vigo, ciudad a la que tuvo que mudarse por el trabajo de su padre, ferroviario. Allí siempre estuvo vinculado al sector de la automoción. Manolo, por su parte, es empleado jubilado de la banca en A Coruña, ciudad de la que nunca se fue. Tampoco lo hizo Chicho, quien tuvo dos comercios. «Empecé trabajando en Simeón y después me monté por mi cuenta. Tuve un negocio de confección, Novedades Tecor, y otro de efectos navales, Coruña Mar», apunta.
Javier trajo consigo más retratos para ver con sus amigos. Es inevitable detenerse en la foto de la pandilla, posando a cámara con la escultura de Emilia Pardo Bazán, a sus espaldas, como testigo. «Era un domingo, lo sé porque estábamos con el traje», precisa Javier. «Por la semana íbamos chapuceros, pero los domingos nos vestíamos impecables: los zapatos brillantes, el pantalón planchadito, a ver quién llevaba el mejor nudo de corbata...», sonríe Chicho. «La ruta empezaba en la calle Olmos, de aquella había limpiabotas», añade Manolo.
No quisieron terminar en día sin dar un paseo por los jardines donde se hicieron la foto de jóvenes. «Estas son las verdaderas noticias, ojalá leyéramos más como estas», se despide Chicho.