Aquiles Machado: «En el tercer acto de "La Bohème" la orquesta nos va a sacar las lágrimas, lo aseguro»
A CORUÑA CIUDAD
Se acerca la gran cita musical de la ciudad, que este año homenajea a Puccini
26 ago 2024 . Actualizado a las 05:00 h.El tenor Aquiles Machado (Barquisimeto, Venezuela, 1973), lleva tres ediciones al frente de la programación de la Temporada Lírica de Amigos de la Ópera, de manera que esta que arranca en menos de dos semanas, los días 8 y 10 de septiembre, al compás de La Bohème es la confirmación de un espíritu renovado y ambicioso que pretende prolongar los 72 años que tiene esta cita operística con un éxito y una aceptación creciente. Para ello, hace un llamamiento: «Vamos a iniciar una campaña de captación de socios en Amigos de la Ópera, porque necesitamos que nos digan qué quieren ver, que se impliquen, que tengan voz en la Temporada Lírica», anuncia.
—La temporada arranca nada menos que con «La Bohème».
—Este año teníamos que recordar al maestro Puccini, era imposible eludir la cita. Y se barajaron muchos de sus grandes títulos, pero todos tenemos en el corazón a La Bohème. Además, hemos tenido la suerte de que uno de los cantantes más queridos en A Coruña, Celso Albelo, dijo que si la hacíamos venía sin falta, así que se nos puso todo de frente y ya no cabía otra opción.
—Usted tiene una relación especial con esta ópera.
—Le tengo un enorme cariño, lo reconozco. He hecho más de 300 funciones de La Bohème en mi vida. Muchas producciones en las que canté a Rodolfo, y he terminado adorando al personaje y la obra.
—Que un tenor de la talla de Celso Albelo diga que quiere venir a A Coruña dice mucho de la Temporada Lírica. No es el primer cantante que le coge cariño a la ciudad.
—Y cada día más artistas nos lo dicen. Amigos de la Ópera tiene un gran prestigio y un gran reconocimiento entre los artistas, y cada vez son más los que quieren venir a trabajar aquí, a pasar unos días hermosos y a hacer buena música, al tiempo que disfrutan de la ciudad y su público. Eso es muy buena cosa, ya que nos da una ventaja significativa respecto a otros teatros que simplemente pueden enamorarlos con el vil metal. Nosotros tenemos muchos más encantos para atraerlos hasta aquí.
—Los artistas, encantados de venir. ¿Y el público? ¿Cómo responde al programa?
—Es cierto que en los últimos años, para intentar que la gente tenga cierta identificación con el programa, con lo que va a ver, hemos cambiado algo el repertorio. Se trata de que la gente sienta ese contacto con la cotidianeidad de la ópera, con los títulos más cercanos, aunque eso no quita que al mismo tiempo podamos explorar cosas nuevas. El secreto es conseguir una experiencia equilibrada.
—¿Un pie en lo popular y otro en intentar contentar a los especialistas para mantener prestigio?
—Lo primero es entender la necesidad cultural del lugar. Lo que hacemos en Amigos de la Ópera es una labor de comunicación, al intentar llevar al público general y a los especialistas y amantes de la ópera en un viaje que nos permita hacer nuevas lecturas de clásicos y, al mismo tiempo, explorar en territorios no tan transitados dentro de la música contemporánea, la música barroca o la arqueología musical. Hay que conseguir un equilibrio que permita que todas esas ambiciones vivan en comunidad. Que sea algo disfrutable por todos simultáneamente.
—Y todo esto manteniendo el compromiso de apoyar al talento local.
—Creo que hay que dar espacio a los artistas locales , pero no de cualquier manera, sino de una que les beneficie. En ocasiones, más que una buena experiencia, lo que se llevan es un desengaño. Y eso no puede ser. Tienen que tener la oportunidad de brillar. Hay muchos talentos que merecen la pena, y estamos haciendo lo posible para integrar a cuantos más mejor a lo largo de los años. Al final, ver cómo terminan siendo artistas famosos que acaban recorriendo el mundo y que tuvieron su primera oportunidad con nosotros, es un orgullo. Además, así seguro que cuando sean grandes figuras vuelven a cantar A Coruña con unos precios fantásticos porque están agradecidísimos [ríe].
—Abarcan muchos escenarios de la ciudad, pero para «La Bohème» apuntaron directamente al Palacio de la Ópera.
—Es el sitio ideal para hacer un espectáculo de este calibre. Permite a la orquesta desplegar la totalidad de sus elementos, cosa complicada en otros espacios. Ahí podemos escuchar a Puccini con la orquestación que pensó para que su música fuera disfrutada en su máxima expresión. Y eso va a hacer que escuchemos un tercer acto de La Bohème en el que la orquesta nos va a sacar las lágrimas, lo aseguro.
—¿Y en cuanto a la escena?
—La dirección es de Danilo Coppola, un factótum que ha hecho absolutamente de todo: escena, vestuario... Es una puesta en escena que, aun siendo tradicional, no es algo al uso, no es lo que la gente puede esperar. Está pensada como en una especie de esfera de nieve, algo muy evocativo.
—No solo hay Puccini en el programa.
—Como con La Bohème vamos a llorar mucho, pensamos que había que dar también unas pocas risas. Así que llevamos hasta el Teatro Colón L'elisir d'amore, de Donizetti, con voces maravillosas como la de Ruth Iniesta o Ramón Vargas y con una escenografía inspirada en la estética de Botero. Y tenemos un estreno absoluto, Pálido punto azul, ópera del gallego Javier Otero, y una gala de clausura en la que contaremos con la soprano china Hui He, que viene junto a la directora Beatrice Venezi a hacer un homenaje a Puccini.