El Rallye Teresa Herrera de A Coruña, una pasión que pasa de padres a hijos

C. D. A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

Ramón Rodríguez con su coche en la plaza de María Pita
Ramón Rodríguez con su coche en la plaza de María Pita SARA TOJA

Ramón Rodríguez, que llegó desde la comarca de Santiago para participar en la cita, transmitió su amor por los clásicos a su familia. El primer coche que adquirió perteneció al Gobierno de la República

17 ago 2024 . Actualizado a las 17:38 h.

El Rallye Teresa Herrera de Vehículos Clásicos, organizado por Coruña Veteran Car, se despide este domingo de su 32.º edición con más de medio centenar de participantes llegados desde distintos puntos para recorrer la ciudad a bordo de sus coches. Uno de ellos es Ramón Rodríguez, que condujo desde la comarca de Santiago, hasta A Coruña.

En este ocasión Ramón lo hizo solo, pero es habitual que sus hijos, Lidia y Ramón, de 39 y 30 años, lo acompañen. «No pudieron venir por motivos laborales, pero desde pequeñitos han ido conmigo a estas citas y en cuanto pudieron conducir empezaron a participar», explica el hombre, que detalla que este tipo de vehículos son más complicados de llevar «Tengo varios, seis en total y todos son Ford», apunta Ramón.

El primero de su colección lo compró en Valencia. «Es un coche que perteneció al Gobierno de la República, adquirieron ocho iguales en Míchigan. Después de la Guerra Civil subastaron todo el material sobrante y lo compró una casa de recambios de Valencia. Luego se lo vendieron a un taxista de Requena y estuvo funcionando así hasta el 74, cuando paró. Yo se lo compré a un señor de Valencia y lo rehabilité en Santiago en 1997», explica Ramón, que confiesa que de entre todos sus coches ese es al que más cariño le tiene. «Todos los que tengo son Ford».

Para él, citas como el rali de María Pita, son claves. «La gente los admira y se sorprende, es como sacar una obra de arte a la calle». Además, Ramón destaca que la posibilidad de ver a varios clásicos en conjunto hace que las personas los aprecien mejor.  «La gente admira más estos coches al verlos en grupo. Impresionan. Es como sacar una obra de arte a la calle».

Sobre sus hijos, a los que les trasladó su amor por los coches de época, dice que espera que cuando él no esté cuiden sus vehículos. Para tenerlos a punto, Ramón dirigió la restauración de todos los que adquirió. «No la ejecuté yo, fui como el arquitecto que en una obra dice a los albañiles lo qué hay que hacer. Yo compré las piezas y fui indicando qué colores, qué materiales y todo», expresa el hombre, que reside en O Sar. «Todos los que tengo son Ford B, cada coleccionista suele tener su modelo de coche. En mi caso, uno es descapotable, un Cabrio, y otro es del mismo modelo, pero distinta carrocería, se denominaba galgo».